martes, 24 de septiembre de 2013

“Me lo dijo la policía: si te quiere matar, te va a matar”

A Marta Anguita le cuesta elegir entre los platos de la carta. “Estoy intentando adelgazar, porque últimamente me ha dado ansiedad y he comido demasiado”, confiesa. “¡Aunque siempre acabo diciendo que un día es un día!”, exclama entre risas. Solo una vez perdió el apetito esta mujer: hace 13 años, tras sobrevivir a un atropello intencionado y 16 puñaladas de su exmarido. “Lo peor no es recuperarse de las puñaladas. Lo peor llega después, cuando sales del hospital y te dejan sola en casa, en una silla de ruedas y con dos hijas de 12 y 15 años. Ahí te das cuenta de que la pesadilla no ha hecho más que empezar”, recuerda.
“Estuve cuatro años totalmente ida, abusando del alcohol, intentando asumir lo que me había pasado”, explica. “Hasta que un día, empujada sobre todo por mis hijas, decidí que tenía que empezar a recomponerme”. Y lo hizo. Hasta el punto de aceptar convertirse en protagonista de un documental sobre violencia de género, La maleta de Marta, dirigido por el austriaco Günter Schwaiger. A cara descubierta, sin miedo, a pesar de que vive oculta desde 2007, cuando su exmarido empezó a disfrutar de permisos penitenciarios y fue a buscarla nada más salir de la cárcel. “El miedo lo tengo salga o no salga en la película. Me lo dijo la policía: si te quiere matar, te va a matar”.
La frase queda flotando mientras intentamos decidir qué comer. Nos hemos citado en la Cantina de la Cineteca del Matadero de Madrid, donde la cinta se estrena el próximo jueves, y la variedad de platos de cocina creativa nos abruma. La periodista pide finalmente uno de atún y Anguita, por no seguir pensando, escoge lo mismo.
“Lo que más rabia me da es que a él le han dado la libertad y a mí me la han quitado. No tengo protección y no puedo ampararme en la ley de violencia de género porque mi agresión ocurrió antes de que se aprobara y no es retroactiva”, lamenta.
Marta Anguita nunca denunció a su marido antes de la agresión porque nunca le había pegado. “Lo mío era maltrato psicológico, y eso en el año 2000 ni se sabía lo que era. Pero yo tenía claro, aunque pocos me creían, que podía dar el salto en cualquier momento”.
Su familia, terrateniente en Jaén, fue la primera que no la apoyó. “Eso es el dolor más grande que yo he tenido. Que no me apoyara mi propia familia, porque me veía como una mancha. ‘Qué escandalazo has armado’, me dijo mi madre cuando fue a verme al hospital”.
Tampoco ha encontrado empatía en las instituciones cuando ha ido a pedir asistencia. “He visto mucha hipocresía. Te dicen que sí, que te van a ayudar, pero luego nunca llega la ayuda”, asegura. “Me río muchísimo cuando oigo a los políticos hablar sobre todas las cosas que hacen contra la violencia de género. La verdad es que solo hacen algo cuando van a salir en la prensa. Un ejemplo: hace años que llamé a la directora general de Violencia de Género de Andalucía y no me hizo ni caso. Ahora, cuando se ha enterado de que salgo en un documental, me ha llamado para saber qué necesito”.
Llegan los postres. La camarera ofrece varias opciones, pero en este caso no hay duda: dos mousses de chocolate. Un día es un día.
Elpais.com-Raquel Vidales

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