miércoles, 31 de julio de 2013

Las mujeres no deben estar solas

Un señor se acerca en un bar a una mesa en la que cuatro mujeres charlan animadamente.

- ¿Qué hacéis aquí solas?

Daría igual que fuesen cuarenta o cien. A ojos de la ideología tradicional la ausencia de varones las convierte en seres incompletos, vulnerables, tramposos o peligrosos, según los casos.

Nos lo advertían las madres: “No vayáis solas por la noche” y nos obligaban a jurar que nos acompañaría un hombre, aunque fuera un enclenque adolescente granujiento, hasta la puerta de nuestra casa.

La ministra Mato también opina que las mujeres sin hombres no somos nadie. Y lo hace sin rencor, sin ideología, reprochándonos que no lleguemos a entender sus decisiones. Cuando los prejuicios son tan arraigados, aparecen como una forma natural de ver el mundo. Cosas del sentido común de la ideología más machista y discriminatoria.

¿Cómo se va a comparar el deseo de una pareja, convenientemente heterosexual, de tener descendencia, con el deseo de lesbianas o “mujeres solas” de hacer lo mismo? El deseo de los primeros es natural, razonable y debe ser atendido por los servicios: el segundo, un simple capricho que no debe pagarse con fondos públicos.

Tan burda ha sido su determinación, tan atentatoria contra la igualdad de derechos de todas las ciudadanas, que se ha visto obligada a matizar que no atenderán los casos que no presenten problemas médicos. Dicho con otras palabras, que busquen un hombre que les resuelva la concepción, o un espíritu santo como María, y se fertilicen “como Dios manda”.

No es una cuestión de ahorro, a fin de cuentas estos últimos tratamientos son los más baratos y sencillos. Su verdadero objetivo es defender la familia tradicional compuesta por padre y madre (en ese orden) y poner coto a la libertad de las mujeres.

La maternidad es la palabra clave de la ideología discriminatoria, la que según sus principios da razón de ser y sustancia a la feminidad. Por su boca hablan siglos de discriminación “natural” contra las mujeres. Cuando el ministro Gallardón afirma que “la maternidad hace a las mujeres auténticamente mujeres”, hablan milenios de opresión, la reducción de las mujeres a su papel reproductivo. El viejo lenguaje popular es rico en metáforas y mitos que alimentan la desconfianza contra las mujeres que deciden no ser madres: egoístas, vividoras y peligrosas. La ideología popular tiene mil fórmulas de presionar a las mujeres hacia el camino de la maternidad: “las mujeres secas”, las yermas torturadas que mezclan su insatisfacción sexual con la maternidad, a la ofensiva y moderna frase de “se te va a pasar el arroz” -como si de una paellera se tratara-, son algunas de las miles de fórmulas para denigrar a las mujeres que se toman la libertad de saltarse la norma obligada de la maternidad.

Pero su doctrina sobre la maternidad no acaba ahí. Desde que las mujeres deciden libremente su maternidad como un camino propio, que no impuesto por la distribución de papeles sociales, las ideologías discriminatorias han echado mano al cientifismo, a la manipulación de las ciencias sociales y a la tecnocracia. Todo con tal de poner límites a la libertad de las mujeres y a su capacidad de decisión. En su anticuada opinión, tener hijos no es un derecho o una opción de las mujeres, sino un contrato social en el que la jerarquía masculina juega un papel fundamental. Tanto para ser madre como para abortar, la mujer necesita el consenso masculino o la autorización de personajes revestidos de autoridad institucional, llámense maridos, jueces o médicos.

Las mujeres solas, las mujeres lesbianas (doblemente solas) son, en opinión de este gobierno, seres un tanto incompletos, piezas defectuosas sin problemas médicos pero incómodas para el viejo orden que quieren restaurar a golpe de decreto, de leyes anunciadas, de declaraciones aplaudidas por la derecha nostálgica y las hordas de seres incómodos en el nuevo territorio de la igualdad.

El cáncer social ¿quiénes son los maltratadores?

Lejos de desaparecer, el maltrato se ha enquistado en una sociedad que todavía tolera comportamientos de control hacia las mujeres y a los que ni siquiera considera agresiones. El primer paso es detectarlo y después cuestionarse, ¿quiénes son los maltratadores?
Texto: Maite Garrido Courel (@MaitegCourel). Fotos: Javier de Riaño Echánove.
El telediario abre sus informativos, un día más, con noticias sobre corrupción, el enfrentamiento entre políticos en el Congreso, la deuda pública, los altercados en Turquía, Grecia, Siria y después de alguna noticia amable como la subida de las temperaturas, informan a modo de suceso: “Un nuevo caso de violencia de género”. “Están hablando de un asesinato pero si te paras a analizar esa frase tan aséptica y tan objetiva, te está diciendo que entre el caso actual y el anterior no ha habido violencia machista, aparte de que la reduce al asesinato; los golpes, las humillaciones, los insultos, lo están dejando fuera”, dice para Números Rojos Teresa San Segundo, profesora titular de Derecho Civil por la UNED y experta en violencia de género. “No nos podemos quedar en el titular, los medios de comunicación solo miran el asesinato y rara vez agresiones”.
El modo de hacer el cómputo no cambia: mujeres muertas a manos de sus parejas -o exparejas- en lo que va de año (hasta el 20 de junio) 31; el año anterior 57; en 2011, 67; en 2010, 85; en 2009, 65… Números que hablan de las mujeres cuyo asesinato engrosa las listas de los estudios oficiales de violencia de género. “Además, existe la creencia de que la mujer que muere es la mujer sumisa, la que ha aguantado y no, la que muere normalmente es la que se ha rebelado”, dice San Segundo. Sin embargo, lo previo al asesinato que es la amenaza, el miedo constante, la intimidación, no cubren ninguna lista porque no se contabiliza.
“En los últimos diez años una mujer se definía a sí misma como maltratada cuando él le pegaba”, explica Luis Bonino, psiquiatra y director del Centro de Estudios de la Condición Masculina de Madrid. “Ahora esa línea de corte va bajando. Lo ideal es que continúe y que una mujer perciba el maltrato cuando sea algo psicológico. La violencia física si bien es terrible es una mínima parte de la violencia que sufre esa mujer, pero legalmente es muy difícil de medir”. Cómo se mide y cómo se juzga pero sobre todo, ¿cuándo tienen que saltar las alarmas? “Si tienes una pareja no es fácil ver el límite. Si te llama al móvil en una tarde cuatro veces, veinte, cincuenta, cuatrocientas, ¿cuándo es control y cuándo es maltrato?”, cuestiona la especialista en violencia machista. “Si sospechas que pueden estar maltratando a una amiga tuya multiplica eso por mil porque lo que vemos desde fuera es la punta del iceberg”.
Que el maltrato es maltrato aun cuando no interviene la fuerza bruta es uno de los pilares que, según los expertos, más está costando construir en cuanto a las realidades que rodean el tema de la violencia machista.
El maltrato psicológico es muy duro y muchas mujeres coinciden en afirmar que es mucho peor, “pero como ahora muchos agresores saben que tienen consecuencias penales, no lo hacen físicamente pero sí psicológicamente”, explica San Segundo. “Pongo un ejemplo real, y no digo que se trate de elegir pero, ¿qué es más duro? que le parta un brazo o que le diga: tú te separas pero los cadáveres de tus hijos te los dejo encima de la mesa”.
 ¿EXISTE UNA TERAPIA?
En 2003, la directora Icíar Bollaín sobrecogía al público con una película que plasmaba como pocas el drama del maltrato y aportaba además, una visión sobre el maltratador hasta ahora desconocida por la mayoría. “Te doy mis ojos’ refleja muy bien la situación pero aún así es muy light”, dice la especialista en género. “Para que la protagonista se ambientara se la llevó a una casa de acogida pero eso no se pudo hacer con él porque el tipo de terapia que aparece en la película no existe”. Lo más aproximado son los programas que concierta el Ministerio de Sanidad dentro de las cárceles que son de obligado cumplimiento, y cuyos resultados suelen ser nulos. O aquellos impuestos por orden judicial cuando las condenas son inferiores a dos años. Estos últimos suelen tener una duración máxima de un año y tienen como objetivo la resocialización, la modificación de la conducta frente a las mujeres y el control de las situaciones de violencia.
maltrato4
También son obligatorios y el juez puede decretar el ingreso en prisión si no acude a ellos. Sin embargo, los expertos coinciden en que para que dichas medidas sean efectivas hay dos elementos indispensables: voluntariedad y un tratamiento a largo plazo con seguimiento. “Me parece importante tratar con maltratadores pero en los casos graves es como intentar curar un cáncer terminal. Hay que estudiar antes las causas, detectarlas y entender por qué pasa”, dice Bonino a Números Rojos. Pero entonces, ¿se podría tratar antes de que se convierta en un caso terminal? Según el psiquiatra, es cierta la tendencia a pensar que los hombres cambian poco, que niegan o minimizan los comportamientos por lo que, si no tienen esa conciencia, es muy difícil que haya un comienzo de algo. Pero también hay hombres que aunque no reconocen que son maltratadores admiten que tienen un problema, que algo no va bien. En ese caso, suelen acudir a las terapias en pareja, lo cual interesa en la medida en que cada uno cuenta lo que le pasa y cómo lo viven.
Sin embargo, también puede ser una manipulación para retenerla. “Uno de los peligros de la terapia de pareja es que muchas veces las mujeres que ya habían decidido separarse dan marcha atrás, esperando a que él cambie. Sin darse cuenta el programa puede estar pervirtiendo la situación en cuanto que favorece que ella siga aguantando”. La perversidad de las terapias, para el psiquiatra, también radica en el pseudocambio. Los hombres al principio pueden disminuir su comportamiento violento, “pasan seis meses y ya se siente muy cambiado, no entiende que ella no lo acepte y que además, le esté poniendo más límites. Esa es una de las razones por las que dejan las terapias”. Los programas que se centran en el control de los impulsos, para ambos especialistas, son erróneos puesto que no se trata de una persona que en todos los estratos de su vida actúe con agresividad, sino que es un comportamiento muy medido contra un sujeto muy definido.
maltrato2“La violencia es una elección. Tiene un fin muy claro la ejerza quien la ejerza; para someter y controlar”, dice San Segundo. “La violencia selectiva es lo que define al maltratador -continúa Bonino- por eso fallan las terapias que se dedican a tratar el control de los impulsos. Si una persona en el trabajo es fantástica y con su novia se transforma no es una cuestión de falta de control y tratarlo desde ahí no sirve para nada”. Se trataría de una violencia enfocada únicamente hacia la mujer. La pregunta, aunque obvia, no podemos dejar de hacérnosla: ¿Por qué? “Se trata de una ideología machista, patriarcal, de dominación. Todos los agresores sistemáticos necesitan una racionalización, una justificación de esa violencia. Si no, no la ejercerían. No es lo mismo un brote de agresividad en un momento puntual, a que se ejerza de manera sostenida. Para agredir a una persona durante tanto tiempo necesitas una explicación”, afirma Andrés Montero, psicólogo y presidente de la Sociedad Española de Psicología de la Violencia.
Una explicación que parte de la base de que ellos ‘están en su derecho para hacerlo’. “Tradicionalmente el hombre ha sido educado sobre la base de que la mujer, de alguna manera, le pertenece, es inferior. Los agresores usan ese presupuesto ideológico para justificar la violencia que ejercen”.
Por tanto, el estereotipo difundido sobre que los hombres tienen este problema por su naturaleza o que es la testosterona la que produce eso, no es cierto. “Si fuera así atacarían a todo el mundo, no a su mujer en exclusiva”, dice Montero.
 EL AGRESOR COTIDIANO
Una de las cuestiones importantes, además de derribar la falsa creencia de que la violencia solo es tal cuando se ejerce de una forma física, es desmitificar el hecho de que el maltratador se ajusta a un solo perfil de hombre y de que se trata de una enfermedad. “No existe un solo modelo de hombre maltratador. La violencia hacia la mujer se da en todo tipo de estratos sociales, distintos niveles de ingresos económicos, nivel de estudios, franjas de edad…”, explica el psicólogo.
A priori, un agresor no es un enfermo, aunque puede tener una enfermedad como cualquier otra persona. “Solo hay una serie de trastornos que podrían modificar el contacto del sujeto con la realidad y que le incapacitarían a la hora de controlar su conducta. Estos trastornos están en la franja, desde un punto vista mental, de las psicosis o de los traumatismos craneoencefálicos que debilitan el cerebro para ejercer el control. En términos de porcentaje esas enfermedades no pasan del 3%, más o menos, de prevalencia en la población”, afirma Montero. Bajo esta premisa,  resulta difícil identificar a un posible agresor cuando en muchos casos socializan perfectamente y no destacan por tener un carácter agresivo todo el tiempo.
Según los datos recogidos por el Ministerio de Sanidad, el 70% de los agresores ejerce violencia hacia una mujer en un entorno concreto que suele ser el de convivencia, pero en el resto de los ámbitos suelen estar perfectamente integrados. “La mayoría de maltratadores están caminando por la sociedad y son personas honorables, gente normal, con sus amigos…”, dice Teresa San Segundo. Un agresor puede sufrir un trastorno de ansiedad, una depresión, tener problemas con el alcohol pero eso, según Andrés Montero, no está relacionado con la violencia porque si no cualquiera que tuviera una depresión sería una persona agresiva. “Estos factores condicionan la conducta pero no explican de manera causal la violencia. Las personas que están fuera del círculo de la violencia tratan de etiquetar al agresor para que parezca que es distinto. ‘Lo hace porque es alcohólico, pero a nosotros nunca nos va a pasar’, se dicen, cuando el alcohol realmente no tiene una influencia causal.
maltrato3Los agresores de mujeres son personas normales; esa es la tragedia del asunto”. Los hombres que tienen más recursos psicológicos, sociales, educacionales, suelen utilizar un formato más refinado de violencia. Lo importante, en este sentido, sería que las alarmas saltasen desde espacios que en principio no tendrían por qué ser específicos de violencia machista. “Todos los maltratadores pasan por el sistema sanitario de una forma u otra, pero este todavía no está preparado para detectarlos”, dice Luis Bonino. “Hay muchos avances para que los sanitarios lo perciban en una mujer que está siendo el sujeto del maltrato, pero todavía no se trabaja al hombre.
En este sentido hay un hueco. Estaría bien que el médico de familia hiciera como parte de la rutina preguntas específicas como ¿cuántos cigarros fumas al día?, incluir, ¿cómo te llevas en tu casa?; ¿gritas cuando te enfadas?; ¿eres extrovertido en el trabajo pero muy introvertido en casa?, ¿te molesta que te digan cosas cuando estás en casa?, etc.”. Miguel Lorente explica el proceso mental de los agresores que están más integrados socialmente. Ellos consideran que tienen que hacer eso si son hombres, pero en el momento en que ‘se les va de las manos’ y cometen el asesinato entienden que socialmente está penado, que es un delito, no pueden soportar el castigo social, entonces se suicidan o lo intentan, pero no suelen hacerlo por un sentimiento de culpa.
LA LEY REACCIONA
Ante la falta de freno de la violencia machista el Ministerio de Justicia está elaborando una Estrategia Nacional contra la Violencia de Género presentada por el secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Juan Manuel Moreno el pasado mes de mayo.  En el plan se recogen 250 medidas como la libertad vigilada a los delitos de violencia de género, que estará incluida en la reforma del Código Penal y que entrará en vigor en septiembre u octubre, cuando se apruebe el texto definitivo.
El plan está dotado con 1.539 millones de euros y tendrá una duración de cuatro años. La medida se extenderá a los internos cuando disfruten de permisos penitenciarios, porque las mujeres maltratadas “muchas veces” no tienen conocimiento de que su agresor está en la calle. Aunque, en cuanto al espinoso tema, y motivo de lucha de todas las asociaciones feministas contra la violencia machista, que es la petición de retirada del régimen de visitas o la custodia de los hijos al maltratador, Moreno señalaba que, en estos momentos, el Ministerio de Sanidad tiene un “diálogo abierto” con el de Justicia aunque no hay nada concreto.
“El Código Penal no está mal, tenemos buenas leyes el problema es aplicarlas”, dice la profesora titular en Derecho Civil. “Los medios de comunicación han hecho algo bueno que es concienciar sobre que la violencia existe, pero la gente se piensa que ya sabe lo que es la violencia de género y eso es falso. Es un trabajo de calado, sabemos que existe el problema, ahora hay que ir a por él”.
Edward Gondolf, investigador americano, dice que a los maltratadores hay que medirlos en función del sistema de apoyo familiar y social. En un entorno donde exista tolerancia, será improbable que suceda un cambio de comportamiento.  “Es necesaria una masa crítica. Antes los violadores no eran considerados como ahora y la violación ha existido siempre. Ahora están mal vistos hasta por sus propios compañeros presos en la cárcel. Con los maltratadores no pasa eso”.
La educación en igualdad es un elemento esencial para prevenir y evitar a los futuros maltratadores. ¿Qué se puede hacer con ellos? “Mantenerlos controlados”, asevera Bonino. “Pero hablar de ‘ellos’ es muy difícil. Yo te diría: ¿qué hay que hacer con los hombres en general? La violencia estructural permea todo el comportamiento masculino”. Es necesario una conciencia social de lucha ante esta violencia como lo puede ser ante cualquier tipo de violencia. “Con el terrorismo político, cada vez que había una muerte se levantaba el país. Con esto la actitud es de ‘venga una más’ -se lamenta San Segundo- si mueren mujeres no importa”. La violencia machista es un cáncer social, y nos está matando a todas.

martes, 30 de julio de 2013

Ortodoxia machista: ni puñetera gracia (Crítica al humor machista de El Jueves y Mongolia)

Revistas con vocación humorística y de izquierdas como Mongolia y El Jueves han publicado recientemente ejemplares cargados de un machismo recalcitrante. La sátira és un registro, género artístico y liguístico que nació y ha sido usado para la crítica social y política a través de la ridiculización. Siempre hay un objeto de crítica, de modo que el humor no se puede entender sin el trasfondo de un posicionamiento político. Estas publicaciones se definen de izquierdas. Sin embargo, muchos recursos humorísticos y su lenguaje estan plagados de un sexismo lascivo que divide a las izquierdas. El sexismo es ideología y praxis de derechas.
La portada de El Jueves en la que se puede ver una caricatura del rey sonriente en la cama apretando un pecho de una mujer desnuda, aturdida y con los ojos vendados, con el titular “El Rey se folla a la justícia” usa todos los recursos del humor machista casposo. La imagen no puede ser más denigrante para las mujeres —y vergonzante para los hombres de izquierdas y anticapitalistas—, está al nivel de la publicidad ultra-sexista de las multinacionales del textil en la que muestran a la mujer sometida por la fuerza, en escenas que tratan de insinuar sutilmente una violación, pero lo parece explícitamente.
A nivel discursivo, el titular simplemente refuerza la carga degradante que el sentido común capitalista le atribuye al sexo. Expresiones como follarse a alguien o a algo, en un sentido peyorativo, proyectan una moralidad contra el sexo propia de la iglesia católica del S.XV. Es un grave problema político para una publicación que quiere ser de izquierdas usar el sexo como un recurso denigrante, siempre situando el papel de la mujer como sumisa al hombre.
El caso de la revista Mongolia es especialmente peligroso, porque entre toda esta niebla de ironias y sarcasmos con intenciones de izquierdas, aunque difusas, de izquierdas, ha asomado un machismo tan explícito como el peor de El País, el Hola o Intereconomía. Esto es preocupante.
Esta revista ha sacado portadas con titulares como “Una, Grande y Puta ...y ramoneta” o, directamente, “Hija de puta” sobre la foto de la infanta Elena, entre otros ejemplos de sexismo. La sátira política brilla por su ausencia aquí, donde el recurso es usar los insultos sexistas de toda la vida. Es decir, reproducir la misma degradación de las mujeres en la que el sistema tanto insiste para ahondar la división de género de la clase trabajadora.
Esto motivó a una lectora no habitual de la revista a mandar una carta criticando el lenguaje sexista de sus autores, y animándoles a usar en sus redactados el plural femenino referido a las personas. La respuesta a esta carta fueron, en primer lugar, bromas evasivas. Esto es típico de las nuevas o contemporáneas formas de sexismo, como quitarle importancia al asunto, negarlo o mirar hacia otro lado. En segundo lugar, se desata en la respuesta un machismo rudo y cavernícola cuando Eduardo Bravo y Eduardo Galán, dos de los autores de la revista, invitan a la lectora a “chuparles el rabo” a uno y “la polla” al otro —jugando con el género de los sustantivos. Aqui no sirve ya el disfraz de humorista para esconder actitudes machistas clasificables de abuso y violencia.
Reluce una grave falta de experiencias sexuales libres. En estos insultos se instrumentaliza el placer —para los hombres— de libremente comer coños o dejar que te chupen el rabo. Sólo alguien torpe usaría un violín de matamoscas.
Es la clásica reproducción de los valores heterosexuales del porno, de sumisión de la mujer hipersexualizada al hombre hipermasculinizado. Estos valores sexuales que construye el porno están tan lejos de la sexualidad natural de las personas que tratar de encajar con este constructo antinatural crea complejos que pueden minar las relaciones íntimas y la propia sexualidad. La existencia de la prostitución muestra —entre muchas otras cosas— la incapacidad de los hombres, en detrimento de las mujeres, de mantener relaciones sexuales satisfactorias dentro de los estándares que dicta la sexualidad capitalista.
Después de que en las redes sociales mucha gente se hiciera eco del despropósito, exigiendo rectificaciones, la Revista Mongolia publicó en su muro de Facebook: “Feministas tontorronas nos amenazan de muerte. Bien, pero primero que nos limpien la casa”.
Todo este tipo de reacciones a las críticas revelan una clara ortodoxia machista incapaz de transformar sus ideas aprendiendo de lo que sucede en el entorno. Más bien es todo lo contrario porque reproducen los roles de la masculinidad que impone el sistema. Por lo tanto refuerzan la división de género de la que el capitalismo tanto partido saca en forma de la doble explotación de las mujeres: la productiva en el trabajo -con menor salario-, y la reproductiva en el mantenimiento y crianza de la fuerza de trabajo.
El humor, para ser de izquierdas, debería ser capaz de dar la vuelta a los estereotipos y roles sexistas y patriarcales que nos asigna el sistema capitalista

Oriol Alfambra (@oriocosmic) es militante de En lluita / En lucha

lunes, 29 de julio de 2013

Atención a la situación de las mujeres en el mercado de trabajo

Ojalá me equivoque, pero no creo que la situación dramática que vive la economía española haya llegado a su final. Aún así, hay que reconocer que es una buena noticia que tengamos, según los datos de la EPA del segundo trimestre de 2013, 149.000 ocupados y ocupadas más que en el trimestre anterior, que el número de personas paradas se haya reducido en 225.200 y que la tasa de paro haya descendido un 0,9%, situándose en un 26,26%.

Seguro que en los días que vienen escucharemos decir a los responsables políticos que son buenos datos, pero que no hay que lanzar las campanas al vuelo. Y efectivamente, no hay demasiadas razones para hacerlo. El número de personas en paro ha bajado, sí, pero aproximadamente un tercio de esa bajada no se debe a la creación de empleo, sino a la “deserción" o salida del mercado de trabajo de más de 76.000 personas, que dejan de estar "activas" en este trimestre. Se ha creado empleo, es verdad, pero es el empleo estacional típico de la primavera y el inicio del verano. La gran mayoría de los empleos creados son del sector servicios (154.800) y, por ello, seguramente efímeros. Sin embargo, perdemos ocupación en el sector de la construcción y, peor aún, en el de la industria, donde en el último año se han destruido más de 138.000 empleos.

No es extraño entonces que el trimestre pasado también hayamos “ganado" en precariedad. El número de asalariados/as con contrato indefinido se ha reducido en más de 50.000 en los últimos 3 meses; en cambio, el número de asalariados/as con contrato temporal ha crecido, en el mismo periodo de tiempo, en más de 162.000. Así pues, el empleo creado es en su gran mayoría, por no decir todo, de carácter temporal. Y en su gran mayoría también a tiempo parcial: más del 62% de las personas que encontraron ocupación en el último trimestre tienen un contrato con una jornada –y un salario- menor de lo habitual. Lo que se está convirtiendo, además, en una seña de identidad de nuestro mercado de trabajo. En el último año, el número de personas ocupadas con contrato a tiempo completo se ha reducido en un 5,31%, mientras que el número de personas ocupadas con un contrato a tiempo parcial se ha incrementado en un 5,92%.

Recuérdese, cuando se lean estas cifras, que las personas que trabajan a tiempo parcial tienen una doble penalización económica: ganan menos porque trabajan menos horas (con lo que están penalizadas en el presente); y la forma en que se computan sus cotizaciones a la Seguridad Social hace que deban trabajar muchos más años que las personas que cotizan a tiempo completo para tener la misma pensión que ellas o conformarse, si trabajan los mismos años, con una pensión más pequeña (lo que las penaliza también en el futuro). Más del 72% de quienes trabajan a tiempo parcial son mujeres, razón por la que esta fórmula de cómputo de sus cotizaciones a la Seguridad Social se ha declarado discriminatoria e inconstitucional.

Respecto a ellas, a las mujeres, hay también datos más que preocupantes en esta EPA. El primero que llama la atención es el muy diferente reparto de los empleos creados en el último trimestre. De los 149.000, más del 72%, esto es, 107.400, han sido ocupados por hombres, frente a los 41.600 empleos ocupados por mujeres. Se trata, como hemos visto antes, de empleos creados en el sector de los servicios, donde habitualmente las mujeres tienen una fuerte presencia; y, sin embargo, en el último trimestre, los empleos creados en este sector han sido mayoritariamente para los hombres. ¿Tendrá algo que ver que todos los empleos creados lo han sido en el sector privado y no en el sector público, donde se ha seguido destruyendo empleo? Probablemente sí, teniendo en cuenta que las mujeres tienen mayor “éxito" en el empleo del sector público que en el del sector privado (en 2012, el 55,1% de los/as asalariados/as del sector público eran mujeres) y también, por qué no decirlo, que hay una mayor probabilidad de sufrir discriminaciones por su parte en el acceso al empleo privado que en el acceso al público, debido a que este último se rige por criterios de mérito y capacidad, sin sesgo de género, lo que no siempre sucede en el primero.

Junto a lo anterior, puede también observarse que, mientras en el caso de los hombres la ocupación ha crecido en el último trimestre en todos los tramos de edad, en el caso de las mujeres ha habido significativas pérdidas de empleo entre las más jóvenes (22.200 empleos perdidos por mujeres de entre 16 y 29 años).

Con todo, lo más alarmante son las cifras del paro. No solo o no tanto porque también haya habido en el trimestre una desigual distribución por sexos de la reducción del número de personas en desempleo, de forma que más del 71% de ellas han sido hombres. Lo más impactante es que, en el último año, el número de hombres parados ha crecido en 49.100, mientras que el número de mujeres paradas ha crecido en 235.400, esto es, 4 veces más que el de los hombres. El crecimiento del paro entre los hombres ha sido, así, de un 1,59%, mientras que el de las mujeres ha alcanzado nada menos que un 9,06%. Resultado de ello es que las tasas de paro de mujeres y hombres han empezado de nuevo a divergir (en 1,48 puntos), cuando hasta ahora había estado convergiendo.

Todo esto no inaugura la recuperación económica ni del empleo, pero sí muestra que está produciéndose un cambio de tendencia en nuestra crisis. Empezó golpeando con más dureza a los hombres, porque empezó en el sector de la construcción que era mayoritariamente masculino. Pero la crisis está cambiando de cara y empieza a golpear más duramente a las mujeres, seguramente porque los recortes de plantillas y gasto social en el sector público que estamos sufriendo afectan en mucha mayor medida al empleo de las mujeres que al de los hombres.


Ahora bien, más que las causas, me preocupan los efectos. El debate y la acción política frente a la crisis están centrados en contener algunas de sus consecuencias, pero hay otras que ni siquiera se mencionan, como este fuerte crecimiento del desempleo entre las mujeres y el repunte que supone en desigualdad de género. Peor aún, más allá de la consabida austeridad, no parece haber planes de futuro sobre el modelo de crecimiento económico (y de país) que queremos. Con lo que es más que probable que el Gobierno no adopte medida alguna para corregir esta brecha que comienza a abrirse de nuevo entre mujeres y hombres dentro de nuestro mercado de trabajo. Al contrario, medidas como las adoptadas en el ámbito del empleo doméstico, los cuidados no profesionales de personas dependientes o la conciliación de la vida familiar y laboral no han hecho más que agrandarla. Así pues, como sociedad, nos arriesgamos a perder en eficiencia económica, porque, si no ponemos remedio ya, habrá millones de mujeres cuyo talento y capacidad productiva estén –y entiéndase bien el sentido de esta expresión- sin “aprovechar". Pero también perderemos en igualdad, justicia y libertad, porque todo ello es lo que significa el empleo de las mujeres.

domingo, 28 de julio de 2013

Mujeres congeladas

Como se ha repetido mucho en los últimos tiempos lo que hace el Gobierno de Rajoy no es recortar, es ideología. Y dentro de ésta nos encontramos con el entusiasmo por hacer negocio con la sanidad, la educación o los derechos sociales y la forma de tratar los derechos de las mujeres.
Quieren quitar la fecundación asistida a las lesbianas y solteras. Por lo tanto sólo tendrán derecho a estos tratamientos las mujeres casadas como Dios manda, eso sí casadas y estériles. Y las lesbianas o aquellas mujeres que no tengan una pareja heterosexual, si quieren tener un hijo pues que se acuesten con un vecino o se aguanten.  ¿Dónde está el respeto a las opciones sexuales de las personas? Y ¿la igualdad ante la ley?
La mano de la Iglesia aparece hasta el codo. Estas limitaciones fueron puestas en práctica hace tiempo en la Comunidad Valenciana y ahora intentan a hacerlo a nivel nacional.
Pero con eso no tienen suficiente. A partir del 1 de agosto desaparece la financiación pública de ocho anticonceptivos de tercera generación, o sea de los más nuevos y se supone eficaces. La que los quiera se los tendrá que pagar o bien utilizar los que científicamente han sido superados.
El Ministerio de Sanidad afirma que a partir de ahora va a contabilizar no sólo a las mujeres asesinadas por violencia de género sino que contará también las que han sido agredidas siempre que estén más de 24 horas en un hospital.
Por lo tanto, solo contará a las muy apaleadas, a las que hayan dejado como un cristo. Si simplemente son pegadas, les rompen un brazo y no chorrean sangre, esas ya no habrán sufrido violencia de género.
Eso sin olvidar que el parón que el Gobierno ha llevado a cabo con el aborto es sólo temporal. Con la caída de la hoja, Gallardón pisará el acelerador para tenerlo listo antes de Navidad. Más restricciones.
Y suma y sigue.
Los planes de igualdad en las empresas que contemplaban numerosos convenios colectivos han desaparecido desde el pasado 8 de julio ya que el Gobierno ha dado todas las facilidades para que se extinguiesen. Todas las empresas de más de 250 trabajadores estaban obligadas a pactar y aplicar uno de estos acuerdos, tal y como estipuló la Ley de Igualdad aprobada en 2007.
Estos planes, tras hacer un diagnóstico de la empresa intentaba corregir los defectos detectados y promover la igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo, fórmulas para evitar la brecha salarial, favorecer la conciliación de la vida personal y laboral de trabajadores y trabajadoras, o acciones positivas para romper el llamado techo de cristal y fomentar la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad.
Eso a nivel laboral pero también han agredido el tema más importante para conseguir una sociedad igualitaria: la educación.
La ley Wert rechaza la educación en valores lo que significa que el esfuerzo hecho por gobiernos de Zapatero para impulsar la igualdad en las aulas, el respeto a la diversidad o la coeducación se puede perder en dos días.
El actual gobierno está subvencionando colegios que separan a los niños de las niñas, ha eliminado la asignatura Educación para la Ciudadanía, ha atacado los programas de educación afectivo- sexual y rechaza todo aquello que potencie igualdad a todos los niveles.
El resultado de estas políticas es que en poco tiempo podremos ver nuevos focos de homofobia en los centros escolares y un retroceso en la igualdad de género en las aulas que es donde más se necesita.
La ley de dependencia es otro de los puntos negros para las mujeres. Cuando se recortan ayudas para cuidar a personas dependientes ya sean ancianos o enfermos ¿en quién recae ese trabajo?......pues no lo duden, en las mujeres.
Lo que hemos tardado siglos en conseguir, se lo pueden cargar en dos días.
Junto a estos hechos, nos enteramos que cada año se denuncian en España 1.161 violaciones (agresiones sexuales con penetración, en la jerga policial) según los últimos datos que facilita el Ministerio del Interior, de 2011. Son tres cada día; una cada ocho horas.
Un panorama desolador.

Mercè Rivas Torres | Periodista y escritora (Nuevatribuna.es)

sábado, 27 de julio de 2013

Golpear contra la pared a una mujer no es maltrato en España

Un tribunal español no aprecia la violencia machista en un caso en el que el acusado cogió del cabello a su pareja y la golpeó contra la pared, al considerar que en esta acción no existe "ánimo de dominación o humillación" sobre la mujer.La sentencia del cuarto Juzgado de lo Penal de Murcia, en su resolución de enero pasado a la que tuvo acceso la agencia EFE, declaró que los hechos probados ocurrieron el 23 de diciembre de 2012, cuando el acusado llegó ebrio a la vivienda familiar y mantuvo una discusión con su pareja.

"En el transcurso de la misma y sin que se haya acreditado que estuviese guiado por una finalidad de dominación para con su pareja, la cogió del pelo y la golpeó contra la pared, sufriendo ésta un eritema en la región malar y en el cuero cabelludo", añadía el Juzgado.

La sentencia condenó al denunciado a la pena de un mes de multa, con una cuota diaria de dos euros (unos 2,65 dólares), por una falta de lesiones, mientras lo absolvía del delito de violencia sobre la mujer que le atribuyó tanto el fiscal como la acusación particular.

La sentencia fue apelada ante la Audiencia Provincial de Murcia, pero todos los recursos fueron desestimados, y asegura que "no se extrae válidamente un ánimo de dominación, menosprecio o humillación de la condición de la mujer, dado que (…) sólo se infiere una acción única y secuencial: la coge del pelo y la golpea contra la pared".

Añade sobre esto último que "el cogerla del pelo no se describe como acción humillante o de menosprecio, sino como acción de sujeción para desplazarla a la mujer contra la pared, contra la que impacta su zona malar derecho, de ahí el tipo de lesión que presenta, y cuya levedad se describe en el relato de hechos".

Cómo no espantar a las nuevas feministas

Rosario Hernández Catalán explica cómo no
espantar a las principiantes del feminismo
El feminismo no sólo consiste en ampliar y cuidar la lista de derechos que durante años se han negado a las mujeres por el hecho de serlo. Quiere poner todo patas arriba para mejorar el mundo. Quiere otra ciencia, otra economía, otra política, otras palabras, otros gestos, otra visión del mundo… "Puestas a luchar, lo luchamos todo", advierte la filóloga y feminista Rosario Hernández Catalán (La Felguera, Asturias, 1979), habitual en ponencias y conferencias relacionadas con este tema y autora de 'Feminismo para no feministas', una obra que escribió para desterrar la imagen de "paranoicas, ridículas, excesivas, cursis, pesadas, poco objetivas, etcétera", que muchas personas tienen de las mujeres que militan en la causa feminista y para aquellas a las que les da "algo de grima vernos a las feministas en las manifestacione". "Todo, lo queremos todo porque hay que planear veinte para conseguir al menos diez. Es un activismo total, aunque luego cada feminista se centre en lo que más le duela y en lo que más le haga bailar", añade parafraseando a la anarquista Emma Goldman. "Las feministas nunca estamos solas y establecemos con otras mujeres relaciones de apoyo mutuo y de comprensión, relaciones con unas raíces profundas que sólo prosperan así, con ese duende, cuando estamos vertebradas por la 'idea lila'. Es algo difícil de expresar, pero sentimos la amistad entre mujeres como algo casi sagrado, hacemos círculo, hacemos akelarre, hacemos sabbat, hacemos fiesta. Y eso nos mantiene fuertes".
No obstante, en sus años de militancia y voluntariado, Rosario Hernández apreció algunas deficiencias entre las mujeres que hacen gala de ser feministas de los pies a la cabeza. "De la ideología no se deriva automáticamente un comportamiento ejemplar. A veces las ideologías son sólo ideas que anidan en nuestra mente pero de las cuales no se acaba de derivar buenos comportamientos", indica. Con esta convicción en mente, esta docente de la Universidad de Oviedo redactó una serie de recomendaciones para las feministas convencidas, para aquellas que militan en asociaciones no gubernamentales o colectivos autogestionados. "Consejillos para vivificar, prolongar y diversificar el movimiento feminista. Para atraer y no espantar a las nuevas", ya que, en su opinión, muchas caen en lo que denomina "el examen a las compañeras. 'Huy, ésta ha dicho consolador en vez de dildo... qué cutrefeminista. Huy, ésta no ha oído hablar en su vida de Sayak Valencia o del postporno. Huy, ésta habla siempre en masculino. Aquélla no se ha leído ni por asomo ‘El segundo sexo’…' Es muy humano, pero muy peligroso porque puede espantar a las que se acercan al feminismo por primera vez".
Primera lección: ni explicar ni escribir para el ombligo. Rosario Hernández aconseja expresar las ideas de manera sencilla. En pocas palabras, demostrada la solvencia teórica a través de los estudios de género o del feminismo académico, hay que convertir todo ello en divulgación. "Incluso algunos manifiestos redactados por algunos colectivos resultan oscuros y sólo aptos para las listas que ya se saben la lección". Por otra parte, aconseja "no visibilizar más de la cuenta los moratones". En su opinión, entre la denuncia y la obscenidad hay una delgada línea fácil de traspasar. "Somos víctimas, no lo vamos a negar, pero también verdugas y también alegres y afortunadas. Mostrarnos las mujeres como débiles, humilladas, maltratadas o enfermas da una imagen del feminismo que a muchas, con razón, repele". En resumen, más elegancia, más tacto, más ecología visual, menos sensacionalismo. Como ejemplo, la autora de 'Feminismo para no feministas' recurre a lo que sucede cada año en la conmemoración de una fecha clave: el 25 de noviembre, día Internacional contra la Violencia hacia la mujer. "Cree que ese día hay que hacer carteles que muestren a mujeres fuertes y libres. Permanecer en la imagen fija de la mujer llena de moratones resulta obsceno e incluso para algunos, morboso", advierte.
Otros apuntes. "No hace falta haberse leído a Simone de Beauvoir ni a Judith Butler ni a Amelia Valcárcel para guardar en potencia a una feminista. Son lecturas difíciles, no nos engañemos". Rosario Hernández considera que el "reconocimiento" a estas mujeres, a las que define como "nuestras madres y compañeras pensadoras feministas" siempre ha de ir por delante, "aunque no estemos de acuerdo con ellas al cien por cien". No obstante, "leer más no necesariamente implica tener clara moralmente la práctica feminista". A su juicio, "debemos buscar lo común con las que llegan nuevas, no empezar marcando distancia porque llevamos más años, tenemos más amigas, tenemos más contactos y lecturas o, en resumen, somos ya un poco perras viejas". Recomienda no escamotear nunca información a las nuevas y hacerles partícipes de "todo lo que ocurre" sin permitir que los partidos políticos "manipulen a sus anchas nuestros colectivos y asociaciones. Estamos juntas para hacer feminismo, no para hacerle la campaña al político o política del partido de turno". Por último, Rosario Hernández Catalán piensa que hay que dar ejemplo. "Por desgracia, que una mujer se considere a sí misma feminista no es garantía de que se convierta automáticamente en buena persona. Estoy hay que tenerlo claro, y si alguna feminista te la ha jugado, no te extrañe. Ser mujer no es garantía de bondad, ser feminista tampoco", zanja. 

viernes, 26 de julio de 2013

La indefensión aprendida, cuando el maltrato se convierte en costumbre

Cuando se habla de maltrato a la mujer, en muchas ocasiones la pregunta que nos surge a todos es: ¿por qué no escapó? Nos parece que la huída es fácil y fantaseamos con una escapada como la de la conocida película protagonizada por Julia Robert  “Durmiendo con su enemigo”, en la que ella simulaba ser víctima de un preparado naufragio.

Sin embargo, para una persona que está sometida a continuo castigo mental y/o físico esta respuesta de huida no es tan fácil. Una de las razones es el fenómeno que el psicólogo Seligman propuso, allá por los años 60 del pasado siglo, conocido como indefensión aprendida

¿QUÉ ES LA INDEFENSIÓN APRENDIDA?


La indefensión aprendida es la conclusión de una serie de estudios realizados en laboratorio con animales bajo la corriente psicológica del conductismo. Seligman, mantuvo a diversos animales sometidos a descargas eléctricas de las que no podían escapar. Al poco, los animales habían aprendido que ninguna de sus respuestas lograban evitar el castigo, por lo que dejaban de actuar. Pasado un tiempo, aunque fuera evidente cómo escapar de las descargas, los animales no hacían nada puesto que habían aprendido que no era posible huir. Esa pasividad en la conducta, condicionada por el hecho de no haber podido huir en una época, se mantenía en el tiempo con bastante constancia.

Esa misma indefensión aprendida es la que ata a las víctimas a sus verdugos. Y no sólo en lo referido a una relación de pareja, puede ser algo que se de en muchas circunstancias: relaciones paterno-filiales, relaciones de trabajo... Como bien definía Juan José en su fantástico libro “Hay algo que no es como me dicen” los humanos somos como los peces de colores, a pesar de la belleza hay algunos cuya conducta se podría calificar de caníbal:

“¿Por qué cuando dices que Ismael te pegaba no te defendías?- le preguntaban a Nevenka. […]. El proceso existencial que atravesó Nevenka no debió ser muy distinto al del pez de colores […]. Un día, al poco de empezar la relación, el pez se le acercó y le mordió una aleta. Fue un mordisco en frío, por inesperado[…]. El acoso no se produce de un día para otro, es un proceso lento. Cuando te pegan, ya no eres nadie. No es que hayas perdido las aletas, es que has perdido la voluntad”. 

¿QUÉ PODEMOS HACER ANTE LA INDEFENSIÓN APRENDIDA?


¿Y qué hacer cuándo el proceso de la indefensión aprendida se te ha llevado el alma, y  piensas que hagas lo que hagas ya nada tiene remedio?

No es tarea fácil salir de ese círculo, la indefensión aprendida si por algo se caracteriza es por llevar la confianza en uno mismo a cotas de bajo cero. Volviendo al principio, las continuas preguntas de ¿por qué no escapar? no hacen sino hundir más a la víctima, que está convencida de que no vale nada y de que nada puede hacer.

Lo primero por tanto es saber reconocer esa indefensión aprendida y pedir ayuda, ya que este fenómeno se asienta tanto en nuestra psique que es muy difícil escapar de él uno mismo. Si nos creemos a los psicólogos conductistas, todo lo que se ha condicionado puede ser descondicionado.

Así  que, con la ayuda, iríamos borrando la indefensión aprendida a base de técnicas como la desensibilización sistématica, o lo que es lo mismo a base de ir cubriendopequeños pasitos que nos acercarán a la meta final: la independencia. Este aprendizaje o desaprendizaje, como se quiera llamar, debería ir acompañado necesariamente de un fuerte trabajo de autoestima, volver a creerse que uno es capaz ¿qué más se puede pedir?

Ana Ramos - Lagenteesmaravillosa.com

jueves, 25 de julio de 2013

Micromachismos

Micromachismos son las maniobras cotidianas que los hombres realizan para conservar, reafirmar o recuperar el dominio sobre sus parejas.Maniobras invisibles pero dañinas.El nombre nace en la estela del término micropoderes del sociólogo francés Foucault y como en este caso, micro no se refiere a “poca cosa” o “poco importante” sino a que son casi imperceptibes, están especialmente invisibles y ocultos para las mujeres que los padecen y para la sociedad en general.“Es como un microbiolo pequeños que son y el mal que algunos causan”.Si el modelo clásico se definía con las tres p, la obligación de los varones de ser proveedores, protectores y procreadores; “ahora hay muchos hombres que ni proveen ni protegen ni procrean, son más afectivos, incluso encantadores pero ¿qué aportan a las mujeres? ¿Están construyendo relaciones igualitarias o simplemente mejorando aún más su status? Es decir, van dejando sus obligaciones tradicionales pero no dejan de ejercer su poder”.
Algunos micromachismos son violencia en sí mismos, otros, son la antesala de la misma. Saber verlos, tener a mano una lupa para identificarlos, supone una medida de protección, especialmente con esos “hombres supuestamentte encantadores” que aparentemente están modificando el modelo tradicional de masculinidad y en realidad están ejerciendo violencia. Eso sí, mucho más sutil.
TIPOS DE MICROMACHISMOS
Para intentar mantener esta posición, los varones se sirven de diferentes modalidades de micromachismos que Bonino agrupa en cuatro categorías:
1.    Los micromachismos utilitarios, que tratan de forzar la disponibilidad femenina aprovechándose de diversos aspectos “domésticos y cuidadores” del comportamiento femenino tradicional. Se realizan especialmente en el ámbito de las responsabilidades domésticas.
1.1.    No responsabilización sobre lo doméstico
1.2.    Aprovechamiento y abuso de los roles tradicionales que asignan el cuidado a las mujeres.
2.    Los micromachismos encubiertos, que intentan ocultar su objetivo de imponer las propias razones abusando de la confianza y credibilidad femenina.
2.1.    Creación de falta de intimidad
•    Silencio
•    Aislamiento y mal humor manipulativo
•    Avaricia de reconocimiento y disponibilidad
2.2.    Pseudonegociación
2.3.    Inocentización
•    Inocentizacion culpabilizadora
•    Autoindulgencia y autojustificación
?    Echar balones fuera
?    Hacerse el tonto y el bueno
?    Impericias selectivas
?    Minusvaloración de los propios errores
?    Delegar responsabilidad por propios errores
2.4.    Engaños y mentiras
2.5.    Paternalismo
2.6.    Abuso de confianza
2.7.    Desautorizaciones encubiertas
3.    Los micromachismos de crisis, que intentan forzar la permanencia en el statu quo desigualitario cuando éste se desequilibra, ya sea por aumento del poder personal de la mujer o por disminución del poder de dominio del varón.
3.1.    Resistencia pasiva y distanciamiento
3.2.    Darse tiempo
3.3.    Aguantar el envite
3.4.    Refugio en el estilo
4.    Los micromachismos coercitivos que sirven para retener poder a través de utilizar la fuerza psicológica o moral masculina.
4.1.    Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí.
4.2.    Apelación a la superioridad de la lógica varonil.
4.3.    Las coacciones a la comunicación
4.4.    La insistencia abusiva para lograr fines

miércoles, 24 de julio de 2013

Resistir y no olvidar

Sanidad ha iniciado una campaña para castigar a las mujeres que quieran tener hijos sin un hombre al lado.
Si el criterio que se quiere imponer para acceder a los tratamientos de reproducción asistida es la fertilidad, ¿por qué asistir a una mujer fértil con compañero infértil? ¡Que se busque un varón que sea fértil!
En una pareja heterosexual es raro que los dos sean estériles, seguramente que o él o ella pueden concebir si se buscan a una persona fértil, del otro sexo naturalmente. Si el criterio que se quiere imponer para acceder a los tratamientos de reproducción asistida es la fertilidad, ¿por qué asistir a una mujer fértil con compañero infértil? ¡Que se busque un varón que sea fértil! ¿O es que el criterio no es la esterilidad, como se dice sino, en realidad, tener una pareja heterosexual estable? Eso parece, porque el acceso a los tratamientos que pretende el Ministerio de Sanidad define la esterilidad como la incapacidad de concebir después de 12 meses de practicar sexo coital (se supone que con el mismo hombre). Se excluye así a las mujeres que, por la razón que sea, no mantengan relaciones sexuales con hombres o no las mantengan permanentemente. ¿Es posible imponer ese criterio legalmente?
Sanidad ha iniciado una campaña para castigar a las mujeres que quieran tener hijos sin un hombre al lado. Sanidad no se mete, en cambio, en la cuestión del aborto que deja a Justicia, dejando así claro que para este gobierno el derecho al aborto no tiene nada que ver con la salud, sino directamente con la aplicación del Código Penal. Este Ministerio es el encargado de castigar a las mujeres que decidan interrumpir su embarazo. En el primer caso y en el segundo lo que se pretenden es castigar a las mujeres que pretendan hacerse dueñas exclusivas de sus cuerpos, de su sexualidad, de su reproducción…A esto se añade la no financiación de los anticonceptivos, la búsqueda de la prohibición de la píldora del día después, la imposición en todos los casos de la custodia compartida…el Partido Popular tiene toda una batería de propuestas claramente misóginas dirigidas por aquellos a quienes les gustaría volver a poner a las mujeres bajo la tutela, o bien masculina o bien del estado, que es masculino.
Hace años en la asociación en la que yo militaba tuvimos la idea de poner en contacto a lesbianas que quisieran tener hijos con hombres que estuvieran dispuestos a donarles semen sólo porque estos hombres querían ser partícipes de la lucha por los derechos de las lesbianas. Se oculta, por cuestiones normalmente económicas (es un enorme mercado), que para hacerse una autoinseminación, si no hay problemas médicos, no hace falta someterse a complicadísimos (y carísimos) tratamientos médicos; quedarse embarazada es algo muy sencillo. No hacen falta máquinas de última generación, el semen escogido se puede introducir en la vagina con una jeringuilla, así de simple. Este procedimiento se conocía en la antigüedad y se sigue utilizando hoy día. Es un procedimiento sencillo y barato. En ocasiones, la mujer en cuestión no quiere tener ninguna relación con el donante de semen y esa es una de las razones que lleva a muchas mujeres a escoger la inseminación en una clínica, que así se garantiza el anonimato del donante. Este problema se puede solucionar muy fácilmente utilizando empresas que se dedican a vender semen testado clínicamente (es decir, “limpio” de enfermedades). Son empresas serias y pueden encontrarse en internet. Es fácil, seguro y barato.
Para ayudar a abortar las asociaciones feministas volverán a informar a las mujeres de dónde y cómo poder hacerlo. Volveremos a hacer lo que hacíamos en el franquismo y en la transición. No será de manera gratuita como si se hiciera en la Seguridad Social, pero tampoco estamos ya como en el franquismo (el PP sí, pero nosotras no) Ahora consigues un vuelo a cualquier capital europea por 40 euros. Podrían establecerse convenios con otras asociaciones feministas europeas para realizar abortos por un precio mínimo. Las asociaciones de mujeres feministas tendrán que volver a distribuir anticonceptivos entre las adolescentes atribuladas, así como la píldora del día después, que la Ministra lleva meses intentando demostrar “científicamente” que es abortiva y mala para la salud sin conseguirlo por ahora.
¿Las soluciones que propongo parecen exageradas? No lo son. Ya hemos ido antes a abortar a Londres; las lesbianas teníamos hijos e hijas mucho antes de que nos dieran permiso. No vivimos en los 60 ni acabamos de salir de una dictadura por mucho que muchos dirigentes del Partido Popular quisieran devolvernos a ella. Las mujeres tenemos información, sabemos cómo usarla, llevamos décadas (siglos en realidad) luchando y consiguiendo ensanchar los límites de nuestra libertad, vivimos en Europa, estamos organizadas, sabemos cómo informar a otras mujeres, cómo tejer redes de apoyo y, sobre todo, de resistencia. Si algo se nos da bien es resistir. Todo eso que planteo no es exagerado ni una locura. Son, simplemente, posturas de resistencia que hay que adoptar cuando te meten el frente de batalla en tu propia casa, en tu propia habitación, es decir, en tu propio cuerpo. Resistir y no olvidar.
Ninguna de las leyes misóginas del Partido Popular va a durar otra legislatura. En realidad, creo que el PP le está preparando el camino a cualquier partido que gobierne después. El partido o coalición de partidos que gobiernen después del PP –y no será muy tarde- tendrán muy fácil no sólo revertir estas leyes sino ensanchar las que teníamos, algunas de las cuales no colmaban nuestras expectativas. Quien gobierne después no nos podrá dar gato por liebre a las feministas. El aborto tendrá que salir por fin del Código Penal en todos los casos, (excepto en el caso de que se realice contra la voluntad de la mujer) como llevamos décadas exigiendo; se acabaron los tutelajes en forma de la obligatoria “reflexión” (las mujeres somos capaces de reflexionar muy rápido), aborto libre sin límite de tiempo si peligra la vida de la mujer. Es decir, la vida de la mujer siempre y en todo caso, por delante de la vida del feto o del embrión. Educación para la Igualdad de verdad, en todos los colegios e institutos, concertados, públicos y privados con contenidos mínimos y obligatorios…
Esta época oscura para las mujeres que nos está imponiendo el PP no va a durar mucho más. Resistiremos y saldremos reforzadas. Ya lo hemos hecho antes y volveremos a hacerlo. El PP se va a ir más temprano que tarde, pero el feminismo seguirá aquí.

La OMS alerta de que la violencia contra las mujeres ha adquirido "proporciones epidémicas"

Para las mujeres de todo el mundo, de cualquier región, cultura, credo o condición económica, mantener una relación de pareja supone un grave riesgo de sufrir agresiones físicas o sexuales. Tan grave como que una de cada tres mujeres mayores de 15 años ha sufrido este tipo de violencia por parte de algún marido, novio, amante o expareja. En algunas regiones, ese porcentaje pasa del 30% global hasta el 38% de la población femenina.
La lectura de una cifra tan espeluznante, revelada por  el primer informe global detallado y fiable, sólo puede ser la de alarmar a los gobiernos de todo el planeta, según defiende Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo impulsor del estudio: “La violencia contra las mujeres es un problema global de proporciones epidémicas”.
Una pandemia de violencia y asaltos sexuales consentidos por las sociedades y los gobiernos de todo el planeta que ofrece más datos aterradores: si una mujer muere asesinada, en un 38% de las ocasiones el responsable de su muerte ha sido su pareja. No conviene confundirse con el dato, ya que no se trata de una cifra media elevada por culpa de países poco desarrollados; más bien al contrario, ya que el porcentaje de asesinadas a manos de sus parejas alcanza el 45% en EEUU y el 54% en Reino Unido. El informe identifica “pareja” como “esposo, pareja de hecho, novio o amante, o exmarido, expareja, exnovio o examante”.
Además, a nivel mundial, el 7% de las mujeres han sido agredidas sexualmente por una persona distinta de su pareja (11,9% en África, 12,6% en los países ricos, 10,7% en Latinoamérica, 4,9% en el sudeste asiático), lo que empuja a estas mujeres a sufrir otros importantes problemas de salud derivados de la agresión. El informe hace un importante esfuerzo por identificar el impacto en la salud de las mujeres de la epidemia de violencia que las asedia: además de las muertes y las lesiones derivadas de los ataques físicos y sexuales, las agredidas duplican las probabilidades de sufrir depresión, alcoholismo, embarazos no deseados, abortos y enfermedades sexuales.

Los países ricos no son mejores

Cruzando todos los datos, el 35% de las mujeres del planeta mayores de 15 años ha sufrido alguna vez violencia física de su pareja o una agresión sexual por parte de otra persona, unos 920 millones de mujeres en todo el mundo. La media de los países ricos es de 32,7% y del 36,1% en América Latina.
“Aunque desde hace tiempo venimos hablando de una alta prevalencia, por primera vez tenemos los datos analizados y en conjunto para contar con esa evidencia”, explica a  Materia una de las responsables del estudio, la mexicana Claudia García-Moreno. “Son datos realmente impactantes: una de cada tres mujeres a nivel global reportando violencia por parte de su pareja, o una de cada ocho violencia sexual, son números que nos deben llevar a una acción más urgente”, reclama García-Moreno, asesora principal en Género, Derechos Reproductivos, Salud Sexual y Adolescencia de la OMS.
Según este decisivo informe, realizado con datos de 141 estudios obtenidos de 81 países, “estos homicidios son a menudo el resultado final de una fallida respuesta social, sanitaria y penal a la violencia de la pareja”. La mayoría de los estados tienen firmados acuerdos que obligan a ”prevenir, investigar y sancionar toda forma de violencia contra las mujeres”, recuerda la guía de actuación que ha elaborado García-Moreno a partir de los datos del informe. Sin embargo, 600 millones de mujeres viven en países en los que la violencia conyugal no se considera delito.
“Hay que trabajar con las leyes: no sólo leyes contra la violencia de género, sino también leyes sobre la familia, sobre el divorcio, etc. En muchos países todavía hay mucha legislación que va en contra de las mujeres”, lamenta García-Moreno, que lleva coordinando políticas de género en la OMS desde 1994. Su experiencia sirve como ejemplo, ya que considera  su mayor logro haber incluido la violencia de género en la agenda de la OMS: “La primera reacción fue que eso no es un problema de salud, nadie diría eso ahora”.

Responsabilidad de los gobiernos

Para esta experta es esencial hacerle frente a los “factores socioculturales de aceptabilidad” y, sobre todo, actuar con los niños: “Sabemos que los niños que viven la violencia en su infancia recrean esos patrones más tarde, hay que actuar en escuelas y a edades tempranas”.
El estudio en realidad consta de tres trabajos complementarios:  uno publicado por la OMS y la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, otro por la revista  The Lancet y  otro de Science. La autora principal de este último,  Karen Devries, insiste en señalar a  Materia que es “la primera vez en que se recopilan de forma tan amplia y sistemática datos globales sobre niveles de violencia contra las mujeres”. Por tanto, no se atreve a aventurar un diagnóstico sobre la evolución reciente de este problema: “Sería prematuro hablar de progresos o tendencias. Lo que hace falta es que estos resultados sirvan como una llamada a la acción”.
Desde la perspectiva de Devries, los avances en materia de violencia contra las mujeres son escasos porque, entre otras razones, “sigue siendo un campo relativamente nuevo” dado que la gran mayoría de los estudios se realizaron en la última década. “Aunque hay muchos médicos e investigadores que están haciendo un gran trabajo, yo diría que la conciencia de que la violencia contra las mujeres es un problema aún no ha sido incorporado al ámbito de las políticas de salud pública”, critica Devries. Y concluye: “Nuestro análisis muestra niveles muy altos de violencia y subraya la necesidad de centrarse en la prevención primaria”.
Información publicada por Materia.

Siete tradiciones que matan a las mujeres

Hoy por hoy, son muchas las situaciones en las que se violan los derechos humanos de las mujeres por el hecho de serlo. Aunque parezca mentira, se siguen practicando en diversos países costumbres salvajes y espeluznantes que truncan la infancia de muchas niñas y vejan a muchas mujeres. Algunas de las siete tradiciones que repasamos a continuación forman parte de la historia, pero otras se siguen practicando.
Acogida con estiércol e insultos a la mujer masai
Los masai son un pueblo que vive entre Kenia y Tanzania. El matrimonio de la mujer lo decide su padre cuando ella es todavía bebé. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio están permitidas siempre que la mujer sea prepúber o después de la menopausia, para evitar tener hijos fuera del matrimonio. La mujer será acogida por primera vez en casa de los parientes de su futuro esposo con insultos y estiércol. Simboliza la vida difícil que comienza y se hace como símbolo de que deben fortalecer su carácter. El día de la boda, la novia será sometida a una larga ceremonia .En la casa de su familia, las mujeres la rodearán y envolverán con toallas de color y la adornarán con cuentas de piedras preciosas, sobre todo blancas. Una vez preparada, se coloca los zapatos, coge el fimbo, un palo utilizado para el pastoreo, y abandona la casa de su padre, que da su bendición escupiéndole un sorbo de leche en el cuello. Una vez ha salido de su antigua casa, ya no puede dar marcha atrás porque se convertiría en una piedra.
Mientras se dirige a la casa de su futuro esposo, varias mujeres le regalarán cabras y terneros. El novio la esperará cocinando carne de cabra a la parrilla, mientras otras mujeres estarán preparando una mezcla de huevos y la harina de chapati para el banquete. A lo largo del matrimonio, puede ser prestada por el marido a cualquier amigo que esté de paso por el poblado y necesite satisfacer alguna necesidad venérea.
Las mujeres jirafa de Tailandia
Las llamadas mujeres jirafa pueden encontrarse en distintos rincones del planeta, pero unas de las más famosas son las pertenecientes a la tribu Kayan o Karenni, una minoría étnica tibeto-birmana que se fue desplazando hacia Tailandia por los conflictos bélicos acaecidos en su zona natural. El nombre original que reciben allí estas mujeres es Padaung. La comparación que se hace con las jirafas proviene de lo que los caracteriza: un cuello largo y robusto. El estiramiento del cuello se consigue mediante el ensortijamiento de aros de latón alrededor del mismo. Esto se realiza paulatinamente a lo largo de la vida de cada mujer. Lo que provocan estos anillos es una opresión de las clavículas hacia la cavidad torácica.
El efecto visual que se consigue es el de un cuello estilizado y más largo de lo normal, toda una atracción turística hoy en día. El gobierno birmano trató de prohibirlo para subsanar una imagen de país poco desarrollado. Las Padaung se consideran símbolo de belleza al imitar a un dragón, animal muy apreciado por el folclore tribal, aunque otras hipótesis poco contrastadas afirman que el estiramiento servía para afear a la mujer y evitar que fuera esclavizada, o incluso para evitar la mordedura de un tigre. La colocación de los anillos comienza a hacerse cuando las mujeres son sólo niñas. Esta tribu es marcadamente falócrata, y los castigos que los hombres imponen a las mujeres por delitos como el adulterio incluyen a veces la retirada de todos los anillos, circunstancia que provoca la asfixia o el desnucamiento de la condenada, que para sobrevivir se ve obligada a vivir el resto de su vida tumbada o sujetando permanentemente su propia cabeza entre las manos.
Casas para engordar futuras esposas en Mauritania
En Mauritania, a las niñas y mujeres más gordas se las considera bellas, ricas y adaptadas socialmente mientras que a las delgadas, inferiores y una vergüenza. Por ello, es tan importante para las niñas ser gorda que quienes son delgadas son enviadas a un campamento de verano para subir de peso. Según una tradición conocida como Leblouh, desde los cinco años, se someten a este cruel proceso en el que las obligan a comer para ganar kilos. Las prácticas obligatorias implican el consumo de cantidades enormes de comida y, si es necesario, la provocación de vómitos para seguir ingiriendo alimentos. La tradición mauritana dice que el tamaño de una mujer indica el espacio que ocupa en el corazón de su marido.
Los pies vendados de las niñas chinas
La leyenda más popular dice que, un día del siglo X, una cortesana del palacio imperial, famosa por su belleza y su talento al bailar, recibió la orden de preparar una danza para deleite del emperador Tang Li Yu y en honor de los espíritus. Se mandó a construir para ella un piso hecho de lotos de oro donde pudiera ejecutar su danza. Se le adornó el cuerpo con las más esplendorosas joyas y se le vendaron los pies imitando la forma de la media luna. Queriendo imitar su belleza, todas las mujeres de la corte y del resto del imperio vendaron sus pies y los de sus hijas, y los de casi mil millones de chinas que nacieron después de ellas.
Esta práctica ha estado vigente por al menos 2.000 años. El proceso de vendaje empezaba cuando las niñas tenían entre 4 y 6 años, y era realizado por la madre. Los pies eran puestos a remojo en agua con algunas hierbas, para eliminar todos los restos de pieles muertas, y las uñas se cortaban tanto como era posible. No superar los siete centímetros de pies era lo establecido. Después de un masaje, los 4 dedos más pequeños se rompían. Luego, se vendaban con seda o algodón empapado en líquido, apretando los dedos contra el talón.
Cada dos días se retiraba el vendaje y se volvía a realizar. El proceso duraba dos años. Para entonces, los pies medían sólo unos diez centímetros. Las únicas partes en contacto con el suelo eran su calloso talón y el dedo gordo. Aunque parezca increíble, estos pies fueron por cerca de un milenio el más oculto tesoro de las mujeres chinas y el más soñado placer de sus hombres. Para que los pies se convirtiesen en ‘loto dorado’-obra de arte y objeto de deseo, debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos.
Planchado de pechos en Camerún
Las violaciones se multiplican en países como Camerún y es una práctica habitual que las madres de niñas y adolescentes planchen periódicamente con un palo incandescente los pechos de sus hijas. Con ello intentan disminuir el atractivo sexual de las niñas y luchar así contra el abuso sexual. Planchando los pechos evitan que estos crezcan y que llamen menos la atención a los hombres. Es una práctica brutal que sufre una de cada cuatro niñas en Camerún, y cuyas madres defienden como beneficiosa. Algunas madres presionan las mamas de sus hijas con un palo caliente. Otras usan piedras o conchas ardiendo. El gobierno de Camerún ha llevado a cabo varias campañas para informar del trauma que sufren las jóvenes tras esta tortura y para enseñar a las madres que el elevado número de embarazos juveniles que sufre el país no se previene mediante este ritual irracional y bárbaro.
Condenadas a la lapidación
La lapidación es un medio de ejecución muy antiguo que consiste en que los asistentes lancen piedras contra el reo hasta matarlo. Como una persona puede soportar golpes fuertes sin perder el conocimiento, la lapidación puede producir una muerte muy lenta. Esto provoca un mayor sufrimiento en el condenado. Hoy en día, al menos cuatro países la practican contra quienes mantienen relaciones fuera del matrimonio, sobre todo mujeres. Nigeria, Somalia, Indonesia e Irán, aunque las leyes de otros seis también la recogen. En Irán, el Código Penal especifica cómo ha de llevarse a cabo la lapidación y el tipo de piedras que han de utilizarse. Su artículo 102 dispone que los hombres han de ser enterrados hasta la cintura, y las mujeres, hasta el pecho. Al artículo 104 establece que las piedras no han de ser “ni tan grandes como para matar a la persona ni tan pequeñas que no puedan considerarse piedras”.
La infibulación
Es la mutilación de los genitales femeninos, cercenando el clítoris y cerrando la vagina mediante una sutura que deja solamente una pequeña abertura para la emisión de orina y para permitir la salida del flujo menstrual. La forma más extensa de lo que en varias culturas africanas se denomina circuncisión femenina, una práctica que todavía se viene realizando en 28 países desde el cono de África y el mar Rojo hasta la costa atlántica y desde Egipto hasta Tanzania, comprendiendo también la mayor parte de Nigeria, los dos Yemen, Arabia Saudita, Irak, Jordania, Siria y el sur de Argelia. Con mucha menos frecuencia se realiza en algunas tribus de América Latina, Brasil, Perú y México, así como en Malasia y Pakistán. La meta es que las mujeres pierdan la habilidad de sentir placer sexual durante el coito, asegurando de esa manera que no serán infieles. El resultado es que la mayoría de las mujeres a las que se practica la infibulación desarrollan problemas médicos desde los quistes dermoides, infecciones urinarias y fístulas, hasta las hemorragias uterinas y otras complicaciones serias que pueden causarles hasta la muerte.
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