sábado, 26 de octubre de 2013

En violencia de género todo vale para que no se hable de ella...

Desde el 28 de junio de 1960, ETA ha asesinado a 857 personas, muertes que suponen una media de 16’1 homicidios al año. Sin embargo, tan sólo desde 2003 (año en que se unifican las estadísticas por violencia de género) hasta finales de 2012,el machismo ha asesinado en España a 658 mujeres en el ámbito de la relación de pareja, es decir, 65’8 homicidios de media anual. En los cinco últimos años el terrorismo ha matado a 12 personas, mientras que la violencia de género ha acabado con la vida de 318 mujeres. Y sólo hay dos años, 1979  y 1980 con 86 y 93 víctimas, en que ETA ha matado más que los asesinos de la violencia de género.
A pesar de una realidad tan objetiva e incuestionable como es la violencia de género y sus víctimas asesinadas, la percepción que existe en la sociedad es que “no es un problema grave”, y cuando se habla de ella hay un sector importante que en lugar de afrontarlo con la especificidad que requiere, intenta desviar la atención hablando de "denuncias falsas" o mezclando todas las violencias.
En violencia de género todo vale para que no se hable de ella, a pesar de que el machismo sigue matando a mujeres, la última ayer (22-10-13) en Alicante, que fue asesinada, descuartizada y casi quemada por su asesino. En cambio, en el terrorismo de ETA cualquier palabra puede ser utilizada como ejemplo de su enaltecimiento, incluso después de que la banda haya dejado de matar hace dos años.
El terrorismo siempre se ha considerado como una amenaza para la democracia, posición fácil de entender. Lo que no es tan sencillo de aceptar es la distancia y el desinterés de una parte significativa de la sociedad, y de manera especial de una gran parte de los hombres, respecto a la violencia que sufren las mujeres. La violencia de género no es una amenaza contra la democracia, sencillamente representa la ausencia de democracia.  La democracia no es el ejercicio del voto, es el reconocimiento de unos valores que articulan la convivencia sobre su respeto y que permiten la participación de la ciudadanía  sobre esas referencias basadas en los Derechos Humanos.  
La situación es clara, hay 600 mil mujeres que sufren violencia por parte de los hombres con los que mantienen o han mantenido una relación de pareja (Macroencuesta 2011), y 65 de ellas son asesinadas cada año de media, en cambio la sociedad no responde de forma contundente en contra de estas manifestaciones y de las circunstancias y argumentos que, precisamente, amparándose en los valores tradicionales que han guiado las relaciones de pareja, dan lugar a ella. Y si ese es el escenario, podemos afirmar que vivimos una democracia llena de huecos que la debilitan por dentro e impiden su crecimiento y el arraigo de los valores que deben presidir la convivencia, aunque los aspectos formales se cumplan de manera exquisita.
Y es que el terrorismo se ha presentado como la gran amenaza porque ataca la estructura del sistema desde fuera, porque víctimas podemos ser todos, porque sus acciones pueden presentarse con el dramatismo de la barbarie y porque cuentan con un apoyo social identificado y, sobre todo, cuantificado. En cambio la violencia contra las mujeres se presenta como si fuere su imagen en negativo. El ataque nace de las propias referencias tradicionales sobre las que se asienta la sociedad, referencias que dicen que sus víctimas sólo pueden ser las mujeres, y no todas, sólo las que desde esas posiciones son consideradas como “malas mujeres” por no cumplir con sus obligaciones como madres, esposas y amas de casa (la justificación del “algo habrá hecho”), el drama aparece con el cuenta gotas de la muerte individual, y no  dispone de un respaldo identificado ni cuantificado, aunque es fácil deducir que es una mayoría la que por acción u omisión no hace algo para acabar con la violencia, y en consecuencia, permite que continúe. La misma mayoría que calla ante el machismo y su versión light del posmachismo.
Ese es uno de los grandes errores, pues mientras que el ataque terrorista actúa contra la democracia formal, la violencia de género lo hace sobre la democracia real.
No lo olvidemos, en los últimos 5 años, y hasta el día de hoy, ETA ha matado a 12 personas, mientras que la violencia de género ha asesinado a 357 mujeres. Por eso sorprende la actitud de la sociedad ante la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y la reacción que ha llevado a dirigir sus miradas a Estrasburgo para cuestionar la aplicación de la ley más allá del dolor comprensible de las víctimas. Y mientras, en la esquina de los días las miradas se pierden con un estrabismo forzado y voluntario para no ver la realidad de la violencia de género, ni el dolor de sus muchas víctimas.

jueves, 24 de octubre de 2013

Los que toman la decisión de abandonar el Punto de Encuentro son los jueces, no la Consejería

  • Varias usuarias denuncian que se les ha invitado a abandondar este servicio
  • La Junta de Gobierno del Colegio evaluará esta situación en su reunión de hoy
  • Sanidad asegura que no ha habido ninguna variación sobre la gestión de este espacio
No es fácil asimilar, y así lo denuncian algunas afectadas, que quien tiene que defenderte frente a un agresor te invite a 'buscarte la vida', a gestionar de forma aislada una situación para la que se necesita ayuda. Es lo que sienten María y Laura —nombres ficticios que preservan su anonimato—, usuarias del Punto de Encuentro Familiar (PEF) de Albacete, víctimas de violencia de género y perjudicadas, según sus testimonios, por una situación insólita. El pasado diciembre, en el caso de Laura y hace un mes, en el de María, recibieron la invitación a abandonar voluntariamente este servicio, por ser de las que más tiempo venían beneficiándose de él. Según María, en palabras de la propia directora de este espacio, "son más de 40 las mujeres a las que se ha indicado esta posibilidad".

"No puede modificar la circunstancia que impone una sentencia de un juez quien no es parte en ese problema"

La manera de hacerlo, como ambas denuncian, era entregando un documento sin sello ni membrete en el que la víctima acordaba establecer los encuentros, que hoy realizan en el PEF con su agresor para la conciliación con el hijo de ambos, fuera de ese espacio, sin vigilancia y en un lugar pactado entre maltratada y maltratador. "Me invitan a firmar mi sentencia de muerte", señaló María a la propia directora del servicio. A lo que Laura añade: "Tengo la sensación que ellos también temen a los maltratadores y de alguna manera los protegen frente a quienes somos las víctimas".
Este situación, sumada a que desde que el centro fue trasladado este verano de la calle San Agustín a Núñez de Balboa —cerrando sin alternativas durante ese tiempo— y a que en los últimos fines de semana y puentes no se ha atendido este servicio, ha motivado que la vicedecana del Colegio de Abogados, Llanos López, encargue un estudio entre los letrados implicados en este asunto para evaluar la situación.
"De ser cierto, se trata de todo un disparate. No puede modificar la circunstancia que impone una sentencia de un juez quien no es parte en ese problema", explica López. Reconoce que una vez analizado el resultado del estudio encargado, que se debatirá también hoy en la Junta de Gobierno del Colegio de abogados, "si realmente es cierto, tendremos que postularnos y hacer valer la posición como Colegio para reclamar el mantenimiento de un servicio que estaba funcionando bien hasta ahora", afirma.
El reglamento que rige la organización y funcionamiento de los PEF en Castilla-La Mancha —publicado en el Diario Oficial de la región el 30 de enero de 2009— incide en que la intervención temporal que realiza el PEF "tendrá una duración máxima de 15 meses", salvo que exista una orden de alejamiento, situaciones claras de peligro para los hijos o algún otro supuesto establecido por resolución judicial. También se establece que la intervención del PEF podrá finalizar por decisión de la Delegación provincial que derivó el caso o por resolución de la autoridad judicial.
Un hecho que ahonda en la ilegalidad del documento trasladado a algunas usuarias, como María y Laura, para abandonar por su voluntad el servicio y en el que se señala "que el Punto de Encuentro Familiar ha comunicado a ambos progenitores el cese de la intervención con la unidad familiar al sobrepasar el criterio de temporalidad y no reunir ningún requisito para seguir haciendo uso de este organismo". Ese documento se entregó y se invitó a firmarlo, al menos en el caso conocido de María y Laura —aunque podrían ser más las afectadas—, a dos mujeres con órdenes de alejamiento en vigor.

Consecuencia de los recortes

Como viene reiterando desde hace semanas la viceportavoz del Grupo Municipal Socialista en la capital, Carmen Oliver, y denunciaba este lunes la concejal de Izquierda Unida, Victoria Delicado, "esas invitaciones obedecen a los recortes que desde la Junta se están llevando a cabo en políticas de igualdad, políticas sociales y en particular en este recurso". Ambas ediles recuerdan que hay un reglamento en vigor, que impide que la decisión de que las usuarias del PEF dejen de hacer uso del servicio corresponda únicamente a la dirección o a los técnicos de este organismo. "Si hay que revisar alguno de los regímenes de visitas, no pueden ser con carácter general, sino de manera individualizada y ajustándose al procedimiento", señala Carmen Oliver.
Desde la Consejería de Sanidad y Bienestar Social, de la que depende la gestión de los PEF, desmienten toda acusación por parte de los partidos en la oposición e indican que "el centro sigue ofreciendo las mismas condiciones a sus usuarias, condiciones que no han variado en nada desde principios de año". Y concluye: "Los que toman la decisión de que una familia deje de utilizar el centro son los jueces, no la Consejería".
Estas últimas declaraciones contrastan con las recogidas por eldiario.es señalando que fuentes de la Consejería insistieron en que estos servicios son "recursos limitados en el tiempo" y que "no se pueden estar a perpetuidad". Quizá nos encontremos ante un cambio de criterio y con ello el fin de una situación que podría encontrar en los próximos días el rechazo público de un organismo como el Colegio de abogados.
G. FERNÁNDEZ-DiarioAB.com

lunes, 21 de octubre de 2013

¿Acabaremos echando a niñas inmigrantes como en Francia?

El Gobierno socialista de François Hollande se deja arrastrar hacia las políticas más radicales y xenófobas, con tal de frenar el paso a la extrema derecha de Marine le Pen, que avanza imparable en los sondeos franceses ante las europeas y se sitúa como la primera fuerza política. El equipo de Hollande no se corta con las formas, aunque tenga que expulsar a una menor y sacarla a trompicones de un autobús delante de sus compañeros. Pero Francia no es la única, aunque sí choca con la idea de lo que es un Gobierno de izquierdas. En estos momentos, más de una docena de partidos de extrema derecha de Europa está en situación de afianzar su representación en los parlamentos democráticos, simplemente con la fuerza de los votos. Cabalgan a lomos de la crisis económica, la inseguridad ciudadana y el miedo. Los nacionalismos de uno y otro signo son caldo de cultivo para el crecimiento de la xenofobia y los populismos más radicales que justifican legislar contra los más débiles y parias, como ya sucedió en la Europa entre las dos guerras mundiales. Sí, sí, aquella que llevó a los alemanes a votar a Hitler.
¿Y aquí? ¿En España no puede pasar, porque no hay un partido de extrema derecha? ¿El PP o el PSOE, los grandes partidos nacionales, no se dejarían arrastrar en sus políticas si avanzara la extrema derecha? ¿No alientan a veces con sus políticas la aversión contra los inmigrantes al acusarles de abusar, por ejemplo, de los servicios sanitarios? Nos olvidamos que gracias al aluvión de inmigrantes y a su contribución vía impuestos y seguridad social, el Estado ha logrado pagar pensiones, educación y otros servicios públicos, reventando las teorías catastrofistas de los economistas al principio de los años noventa. Sin embargo, el PP no parece muy dispuesto a luchar frontalmente contra el extremismo. La semana pasada rechazó perseguir las conductas y símbolos fascistas en el Congreso al tumbar una moción de CiU que lo pedía. "La reforma del Código Penal va en la línea de reforzar las actitudes más nazistas. Quienes las practican son grupos muy minoritarios que no están aquí", apunta Jordi Jané, diputado de CiU.
TAMBIÉN:

"Aquí la extrema derecha está integrada en el PP. Pero hay que ser muy cuidadoso con el asunto, porque es verdad que el euroescepticismo está fomentando el extremismo y nunca se sabe hasta dónde puede llegar", dice Pedro Azpiazu (PNV). Hechos como el mercadillo franquista y nacionalsocialista que el Ayuntamiento del PP permitió en el madrileño pueblo de Quijorna hace unas semanas, el cara al sol y las banderas franquistas en las fiestas del municipio, también del PP, de Moraleja de Enmedio en agosto o los posados en actitudes franquistas de algunos miembros de las Nuevas Generaciones del PP, sustentan las palabras del diputado vasco.
"Yo no me atrevería a decir que aquí no puede pasar. Yo creo que el Gobierno socialista francés se equivoca con la política de inmigración que está llevando adelante -comenta Gaspar Llamazares, de IU- y no hacen más que animar aún más el debate en torno a Le Pen. Pero aquí, ya veremos como van las cosas. En una situación límite no me extrañaría que los grandes se vieran arrastrados hacía esas políticas. No cabe descartarlo", prosigue Llamazares, para quien el avance y la reorganización de fuerzas como La España en Marcha son un síntoma a tener en cuenta. Y luego hay personajes y declaraciones "comolas de José María Aznar [dio lecciones sobre la unidad de España, el independentismo y a Rajoy] que son brutales y parecen encaminadas únicamente a agitar las banderas. Pero lo que más me preocupa de lo que está sucediendo entre nosotros es que la xenofobia donde más crece es entre los jóvenes. Lo vengo observando en todas las encuestas, crece el rechazo al otro, al emigrante, a los gitanos, a los sin techo". Quizá ese aumento de la xenofobia entre los jóvenes radique en la tasa de paro brutal que padecen, superior ya al 50%.
Las políticas de persecución del emigrante que se están practicando ahora en varios países de Europa "aquí ya sucedieron con los Gobiernos de Aznar" apunta Consuelo Rumí, la ex secretaria de Estado de Inmigración con Zapatero, quien no tiene precisamente mala memoria para estos asuntos. "Aznar se dedicó a trabajar concretamente contra los marroquíes. ¿O se nos ha olvidado todo lo que pasó en El Ejido? Se aireaba que eran unos usurpadores, que venían a por nuestros puestos de trabajo".
Rumí no deja de barrer para su casa cuando recuerda que esta política se acabó cuando llegó Zapatero, en el año 2004. "Ahí esta la prueba, se frenaron esos brotes gracias a las políticas equilibradas que pusimos en marcha, peleando por la integración. Empezamos a trabajar con la inmigración irregular, no ilegal como acostumbran a decir los de la derecha. Hicimos acuerdos de cooperación con los países de origen. ¿Que si lo que ha pasado en Francia y otros lugares de Europa puede pasar aquí? Con la derecha, nunca se sabe. Siempre han utilizado la inmigración dependiendo de lo que les conviene en cada momento. Si una política dura les da réditos electorales, cargarán contra los emigrantes. No pierdas de vista que les acaban de dejar sin tarjeta sanitaria, al tiempo que dan entrada fácil al extranjero que tiene dinero para comprar en Marbella una mansión. Pero acciones como las que están llevando adelante el Gobierno de Hollande, hoy por hoy aquí no son posibles sin cambiar la legislación. Aquí no podemos expulsar a ningún emigrante comunitario y los rumanos lo son. Es ridículo expulsarlos, porque como ciudadanos europeos, volverán mañana. En cuanto a una menor, nuestra ley prohibe la expulsión, hayan hecho sus padres lo que sea". Sin embargo, Zapatero apoyó con el voto socialista en 2008 la conocida como Directiva de la Vergüenza, una directiva comunitaria que criminalizaba a los sin papeles permitiendo su detención durante 18 meses y prohibiendo la entrada en ningún país de la UE en 5 años.
Por contra, al presidente del Congreso, Jesús Posada, no le cabe duda sobre la buena fe de los españoles para con los extranjeros emigrantes. "No, no creo que aquí vayan a darse situaciones como las de Francia. Somos un país de larga tradición de acogida de extranjeros y no hace tanto que nosotros mismos éramos emigrantes. Hemos hecho regulaciones buenas, aceptables y se han cumplido, así que no veo ni creo que en un futuro este asunto pueda convertirse en un factor de distorsión en nuestro país, o que vaya a haber un recrudecimiento del asunto".
Germán Rodríguez, del PSC, cree que "la derecha utiliza a los inmigrantes para desviar el foco sobre los recortes. Lo hemos visto con la sanidad. La ministra Mato ha insistido en el abuso cuando sabemos que los inmigrantes pagan sus impuestos y hacen menos uso de los servicios sanitarios. No es nada nuevo. El PP en Cataluña, concretamente el alcalde de Badalona, García Albiol, hizo folletos xenófobos contra los gitanos rumanos acusándoles de delincuentes y Alicia Sánchez Camacho le dio su apoyo. Y en Salt, una de las poblaciones con mayor proporción de inmigrantes, el actual alcalde de Unió ganó las elecciones a costa de cargar contra la inmigración".
También pensábamos que nunca estaríamos como Grecia y ahora encabezamos juntos los ránking de paro de la OCDE.
Seguir a Pilar Portero y Ana Cañil en Twitter: www.twitter.com/pilarportero

viernes, 18 de octubre de 2013

Mujeres maltratadas, obligadas a dejar de usar el punto de encuentro de Albacete

La consejería de Bienestar y Asuntos Sociales de Castilla-La Mancha, de la que depende el servicio, asegura que es un recurso "temporal" que no se puede usar "a perpetuidad". La dirección del centro les propone firmar un documento para modificar su régimen de visitas.
"Si cierran el Punto de Encuentro, estaré totalmente desprotegida" 
María lleva ya casi cinco años usando el punto de encuentro de Albacete. Tiene dos hijos, una sentencia que fijó unas estrictas condiciones de visita para el padre y un problema: el punto de encuentro la fuerza a dejar el servicio porque, dicen, lleva ya demasiado tiempo usándolo. "Tuve una orden de alejamiento, el padre me acosaba, me seguía, me hostigaba. A veces su familia me ha esperado a la puerta del punto. Y ahora me dicen que tengo que ponerme de acuerdo con él para que recoja a nuestros hijos", cuenta indignada María, que prefiere ocultar su verdadero nombre por temor a represalias.
Fue hace tres semanas cuando la directora del centro habló con ella. "Me dijo que llevaba ya muchos años usándolo, que esto es algo temporal y que si es que quería seguir viniendo aquí teniendo hijos ya mayores. Yo le dije que sí, que es lo que pone en mi sentencia. Entonces me advirtió de los recortes que están haciendo y de que la cosa estaba muy mal", recuerda. La directora del punto de encuentro le ofreció, entonces, una solución. Según María, le instó a firmar un documento en el que su exmarido y ella acordaban dejar de usar el servicio y fijaban un nuevo régimen de visitas. Ella lo rechazó: "¿Qué quieren, que firme mi sentencia de muerte?".
Es la misma situación que denuncia Laura, el nombre ficticio de otra usuaria, también víctima de violencia de género. Después de cuatro años usando el punto de encuentro, la invitaron a firmar un documento para modificar su régimen de visitas: "De buenas a primeras me vienen con este papel. Mi propia abogada me desaconsejó firmarlo. Desde entonces, el trato ha sido patético, he tenido que poner hasta una reclamación".
Las normas de funcionamiento interno de los seis puntos de encuentro de Castilla-La Mancha incluyen una que dice que la intervención "tendrá una duración máxima de 15 meses, salvo circunstancias excepcionales". También que los puntos elaborarán informes periódicos sobre cada caso en función de los cuales podrá modificarse el régimen de visitas, salvo sentencia en contrario. "Digo yo que para saber cómo está la situación y si tengo o no riesgo, tendrán que hablar conmigo; y a mí nadie me ha preguntado nada", se queja Laura.
Los centros dependen de la consejería de Sanidad y Asuntos Sociales de la comunidad. Fuentes de la consejería insisten en que estos servicios son "recursos limitados en el tiempo" y que siempre han funcionado así. "No se puede estar a perpetuidad". ¿Y qué pasa si la situación de riesgo para las mujeres aún existe? Las mismas fuentes aseguran que se estudian todos los casos y que, si el riesgo permanece, "igual se puede derivar a otro servicio social".
La viceportavoz del Grupo Municipal Socialista y concejala en el ayuntamiento de Albacete, Carmen Oliver, rechaza estos argumentos: "Es una barbaridad, muchas mujeres están quedando desamparadas. Se puede llevar años usando un punto de encuentro y que no haya desaparecido el riesgo. Hay que estudiar cada caso individualmente, y eso solo puede hacerse con un equipo profesional multidisciplinar, no a simple vista en función del tiempo que cada persona lleva usándolo". Varios letrados han puesto el caso en conocimiento del Colegio de Abogados de Albacete para que este valore si es preciso tomar alguna acción al respecto.
Oliver asegura que el personal del punto de encuentro se ha reducido en un 50% y denuncia el deterioro del servicio, que hace unos meses cambió de sede. "Es parte de los recortes en igualdad que se están llevando a cabo en Castilla La Mancha", señala la viceportavoz, quien subraya que en los últimos meses se han cerrado servicios de acompañamiento a mujeres maltratadas y se ha reducido el número de profesionales de los centros de la mujer, entre otras medidas.
En 2013, el presupuesto para Asuntos Sociales se redujo un 14% respecto a 2012. Los programas de atención a la infancia y la familia cayeron un 2% y los programas sociales básicos, un 45,8%.
Las usuarias confirman el deterioro del punto de encuentro: "Cuando se mudaron, un día nos juntaron a maltratadores y maltratadas en el mismo espacio. Tuvimos que entrar todos por la misma puerta. A nosotras nos metieron en una sala de espera enfrente de la puerta y ni siquiera nos dejaban cerrar la puerta", explica Laura. De momento, tanto María como Laura siguen usando el punto de encuentro, aunque no saben hasta cuándo. "Como rechacé el acuerdo, me dijeron que me llamarían para ver qué pasaba. Aún estoy esperando", dice María.

lunes, 14 de octubre de 2013

Recortes para hoy, violencia de género para mañana

Cuando una cosa existe y lo hace con el argumento de la historia, si no se lleva a cabo algo para cambiarla, la simple sucesión del tiempo lo único que consigue es mantenerla y perpetuarla. Y cuando la cosa que existe forma parte de la normalidad que la sociedad ha asumido como parte de las posibilidades que se pueden presentar bajo determinadas circunstancias, el cambio pretendido exige el sobresfuerzo de transformar la normalidad que lo ampara.
La violencia de género no se va acabar mientras exista una parte de la sociedad que asuma que las relaciones deben establecerse sobre las referencias jerarquizadas que la cultura se ha encargado de fijar sobre la figura y los roles masculinos. Puede parecer extraño el planteamiento, pero lo que la sociedad cuestiona hoy sobre la violencia de género no es tanto su realidad como su resultado. La frase que me repetían muchas mujeres maltratadas cuando las atendía como médico forense, “Mi marido me pega lo normal..."iba seguida de otra que explicaba su presencia en el Juzgado: "Pero hoy se ha pasado". Es la misma situación que año tras año aparece en los estudios sociológicos que elaboramos desde el Ministerio de Igualdad: un 1,4% de la población española, de entrada, considera que la violencia de género "es aceptable en algunas ocasiones". Como se observa, no hay un rechazo rotundo a la violencia de género; una parte importante de la sociedad tiene justificaciones para aceptarla y cuestionar sólo determinados resultados. No es de extrañar, como hemos conocido estos días, que el Gobierno plantee contabilizar sólo los casos que requieran una hospitalización superior a 24 horas.
En unas circunstancias como las descritas, las mujeres que sufren la violencia a manos de sus parejas necesitan algo más que la simple referencia a la denuncia. Salir de la violencia de género es un proceso que va desde la toma de conciencia de que lo que está viviendo es violencia –y que ella no es culpable de las agresiones que sufre– hasta todo un replanteamiento sobre su vida y sobre las alternativas a una relación que la cultura hace que se viva como normal.
Cuando el legislador decidió hacer una ley integral para abordar la violencia de género no sólo miraba el resultado, sino a todas las circunstancias que rodean a esta violencia; por eso no se limitó a la respuesta tradicional con la modificación de las penas, sino que apostó por desarrollar toda una serie de recursos que permitieran actuar sobre la sociedad, sobre las mujeres que sufren la violencia y sobre la respuesta que desde las diferentes instituciones y administraciones se ponen en marcha en las distintas fases del proceso.
El desarrollo de la Ley Integral ha implicado un incremento progresivo de las partidas de los Presupuestos Generales del Estado para dar respuesta a la mayor demanda de actuaciones de una sociedad más concienciada y más crítica con esta violencia. Un incremento de los presupuestos que ahora ha sido sustituido por unos recortes que lo único que hacen es prolongar la violencia de género.
La violencia de género ya existe, no es algo nuevo que ha traído la crisis y, como decía al principio, no hacer por erradicarla es hacer para que continúe.
Los recortes están afectando a la concienciación, y ello implica una mayor pasividad y distancia de la sociedad, de los entornos cercanos a las víctimas –situación que lleva a un mayor aislamiento– y de los entornos próximos a los agresores; algo que se traduce en más libertad para continuar con la violencia. También se ha reducido la especialización y la formación de los profesionales que tienen que actuar ante los casos, bien sea de forma directa tras conocer que se ha producido la violencia (Juzgados, Policía, Medicina y Psicología Forense…) o bien de forma indirecta, cuando la mujer acude a determinados servicios en demanda de atención, pero sin decir que ha sufrido violencia de género. Ocurre fundamentalmente en sanidad y en servicios sociales, donde la formación es básica para poder detectar y dirigir adecuadamente los casos.
Otro de los pilares básicos afectados por los recortes son los servicios de atención a las mujeres, oficinas donde obtenían información y asesoramiento sobre el proceso para salir de la violencia de género, y donde en muchos casos  también recibían la atención para poder superar las consecuencias emocionales y materiales ocasionadas por el agresor. La falta de atención, unida a la disminución de la concienciación, afecta a la protección de las mujeres al situarlas en una posición de mayor vulnerabilidad.
Las consecuencias de estos recortes ya se ven, y se caracterizan por una disminución de las denuncias, un aumento de la retirada de las denuncias que se han interpuesto, una reducción en las cifras de separaciones; también en las llamadas al 016, teléfono de atención e información a víctimas de violencia de género. Del mismo modo han bajado las medidas de protección, los partes de lesiones, la información sobre todo lo que ocurre y no ocurre… Pero la violencia de género continúa.
No se debe confundir la bajada en el número de denuncias con una disminución de la violencia. La violencia contra las mujeres no se debe a la crisis, nace de la desigualdad y su presencia es histórica; estaba antes de los problemas de la economía y ahora continúa bajo las mismas referencias de una cultura que permiten que se construyan relaciones de pareja sobre la desigualdad. Los recortes está dificultando que las mujeres puedan salir de las relaciones violentas o, lo que es lo mismo, están facilitando que la violencia continúe sobre ellas, que el daño emocional y físico sea mayor y que el agresor deshumanice y cosifique a la mujer aun en mayor grado. Y al margen del significado que todo ello tiene en el presente, lo que también hace es disparar el riesgo cuando estas mujeres decidan salir de esa violencia dominadora.
Los homicidios futuros en violencia de género se están planificando en el momento actual; si no hacemos algo por evitarlos, irremediablemente se producirán.

domingo, 13 de octubre de 2013

La ley de violencia de género

En España, hasta la actual Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género (en adelante, LOVG), no ha existido un concepto de referencia unívoco de violencia contra las mujeres.
La visibilización de las cifras de mujeres muertas por sus parejas o ex-parejas, en especial, a partir del año 2000 y el hecho de que la violencia contra las mujeres en el contexto de la relación afectiva gire en torno a su situación de discriminación e infravaloración social, provocaron el debate sobre la necesidad de sustraer del contexto privado esta situación. Desde luego, este es el mayor logro que puede atribuírsele a la LOVG. Se trataba de implicar a la sociedad y, en concreto, en el marco de un Estado social y democrático de Derecho (art. 1.1 CE), a los poderes públicos a fin de que éstos abordaran una reformulación legal de esta problemática.
T1

Si bien la LOVG pretendió abarcar de manera integral tanto los aspectos preventivos como los educativos, sociales, asistenciales y la posterior atención a las víctimas, así como la normativa civil que incide en el ámbito familiar, la actuación de las Administraciones Públicas y también la respuesta punitiva, se ha de revelar que el alcance de la LOVG es limitado. Así, pues, no parece tratar de cubrir todo tipo de violencia de género, a pesar de su amplio título, sino sólo aquélla violencia - entendida en el Texto como cualquier agresión física, psicológica, sexual, amenazas, coacciones o privación de libertad - de los hombres contra las mujeres entre los que haya existido o existe una relación conyugal o de afectividad basada en subyugar la posición física, emocional, económica y social de la mujer al hombre por su condición femenina (art. 1.1 LOVG). Esta cuestión es importante porque en este aspecto, se han planteado dudas interpretativas en relación a la aplicación de la LOVG, por ejemplo, a parejas homosexuales. Parece que en este extremo, habrá que estar a la casuística para valorar si la violencia que tiene lugar en estas relaciones alberga comportamientos discriminatorios en función de los roles de género o no. En todo caso, el espíritu de la LOVG se centró en la protección de la mujer.
Entre otros aspectos positivos, la LOVG intentó impregnar la sociedad de cierta perspectiva de género y, asimismo, trató de erradicar una causa más de discriminación contra las mujeres que, en esta ocasión, tiene la devastadora consecuencia de sesgar su derecho fundamental a la vida, la vida digna, a la integridad física y psíquica, a la libertad y a la igualdad.
La elaboración de la LOVG no fue una tarea de fácil consenso, especialmente, en el aspecto de diferenciar la violencia de género de otra violencia intrafamiliar. Actualmente, se está considerando una ampliación del objeto de la LOVG hacia cualquier sujeto del entorno familiar. Pero se ha de matizar que, a diferencia de, por ejemplo, los menores o los mayores, la mujer no está, por su configuración y capacidad física, mental y jurídica, en una posición de inferioridad respecto del hombre. Es la visión social del papel que desempeña el género de la persona - masculino y femenino - en el contexto de lo público y lo privado y, en particular, de la familia lo que hace considerar a la mujer como sujeto subordinado.
La LOVG ha abordado numerosas reformas pero, sin duda, la gran novedad fue la implantación de la protección penal reforzada en garantía de los derechos de las mujeres, aunque las presiones en la tramitación parlamentaria hicieron que se incluyera la mención a “otras personas vulnerables que convivan con el autor”.
El Informe del Ministerio Fiscal presentado al hilo de un caso en Canarias, afirmó, en contra de la inconstitucionalidad de la LIVG que “No castiga la Ley Integral al hombre por ser hombre, sino que considera de mayor reproche la actitud del varón que, siendo o habiendo sido su marido o estando o habiendo estado ligado a ella por una relación de afectividad, aun sin convivencia, somete a la mujer a una situación de desigualdad y discriminación. La causa justificativa viene de la mano de una realidad social que pone de manifiesto cómo la violencia del hombre contra la mujer en el ámbito de la pareja, a diferencia del supuesto contrario, constituye un problema de primera magnitud en nuestro país que reclama políticas de igualdad dirigidas a corregir esa situación asimétrica de dominio del hombre sobre la mujer, siendo estas más del 90% de las víctimas de violencia doméstica”.
Así las cosas, la tutela penal reforzada hacia la mujer puede explicarse como una legítima decisión de Política Criminal destinada a protegerla con un tipo específico, pues solo la mujer es la afectada porque la violencia tiene su causa, precisamente, en su pertenencia al género femenino.
La LOVG ha recibido críticas en relación a la conversión de faltas en delitos en supuestos de amenazas y coacciones leves contra mujeres, la creación de Juzgados especiales de Violencia sobre la Mujer, el incremento del carácter sancionador al disponer la posibilidad de que el juez pueda suspender al inculpado de un acto de violencia de género de la patria potestad o de la guarda y custodia o las visitas de menores, y la falta de previsión ante posibles denuncias falsas en relación a los procesos de separación o divorcio. Puede que sea el momento de realizar una revisión crítica a la par que constructiva sobre los problemas de aplicación que ha generado la LOVG. Pero, a mi juicio, las mejoras han de hacerse sin perder de vista la quintaesencia de la norma que es la erradicación de la violencia asociada a la discriminación y a la desigualdad contra la mujer.
 En todo caso, la obtención de resultados ha de encaminarse hacia una mejor aplicación transversal de la igualdad de género. Ello implicaría llevar a cabo las medidas que, más allá del carácter punitivo, establezcan una sólida base estructural que revierta, fundamentalmente, en la educación temprana a fin de que no se reproduzcan sistemáticamente patrones y estereotipos sexistas y ejerzan, así, ellos y ellas una plena ciudadanía.
eldiario.es-María Macías Jara

viernes, 11 de octubre de 2013

La violencia machista sobrevive en los jóvenes ¿por qué?

El 25% de las mujeres atendidas en el Centro Municipal para la Igualdad eran menores de 25 años. La violencia machista no es sólo un problema de parejas casadas, como creen muchos adolescentes, que siguen perpetuando estos comportamientos con relaciones enfermizas.
Tras años de avances en igualdad, los expertos alertan de que falla la educación y de que sigue dominando una visión romántica del amor en la que las chicas lo aguantan todo, seducidas por una figura dominante y protectora. Según los sociólogos, los adolescentes se saben la teoría y racionalmente rechazan la violencia, pero alertan de que el nivel de machismo es demasiado elevado para una generación que ha crecido en el Siglo XXI.
79719c7f2c0b490
Los centros de atención a malos tratos coinciden en que cada vez son más jóvenes las chicas que acuden a pedir ayuda. Las causas judiciales por este motivo aumentan entre los más jóvenes, según la Fiscalía de Menores.
Aunque la mayoría de las víctimas adolescentes tienen entre 15 y 17 años, los puntos especializados llegan a recibir a niñas de 12 y 13.
“En estas edades estamos luchando contra el amor, no contra el maltratador”, advierte Natividad Hernández Claverie, psicóloga responsable de los grupos más jóvenes de la Comisión para la Investigación de Malos tratos a mujeres, una ONG que da apoyo a víctimas de violencia machista desde los años 70’s.
Hernández Claverie explica que en las terapias con las jóvenes se profundiza primero en sus sentimientos hacia estas situaciones; y luego en el qué significa el comportamiento machista.
“Llaman confusas, tristes pero sin saber lo que les pasa”, apunta Diana Díaz, subdirectora de Teléfono de la Fundación Anar, que atiende por esta vía a menores en situación de riesgo y que detecta la violencia contra adolescentes como un problema emergente.
Soledad Cazorla, fiscal de sala delegada contra la Violencia de Género, se muestra “perpleja” ante el fenómeno “Me produce sorpresa que roles que entendíamos que eran del pasado se puedan repetir en gente muy joven que suponíamos que había asumido su dignidad”.
El 25% de las mujeres atendidas en el Centro Municipal para la Igualdad “8 de marzo” de Fuenlabrada (Madrid) eran menores de 25 años, frente al 23% del año anterior.
Hace tres años que las llamadas a Anar por violencia machista aumentan de forma sostenida; en 2012 registraron un 15% más que en el año anterior. En Andalucía se presentaron 78 denuncias por violencia de género contra menores de edad a lo largo de 2012; una cifra que, según el Instituto Andaluz de la Mujer, supera a las de periodos anteriores. Y cada año la media de edad es inferior al anterior.
Son tres ejemplos, pero el reparto de competencias de los centros de atención especializados -municipales, autonómicos y estatales, además de fundaciones, centros privados y otras organizaciones- dificulta dibujar un mapa sobre la violencia de género entre las jóvenes de todo el País.
Sólo se desglosan por edad las víctimas mortales y las órdenes de protección dictadas por los juzgados, en este caso, a los maltratadores (un 2% del total en 2012 frente al 1,6% de 2011). De las 32,242 mujeres que sufrieron malos tratos en 2011, 571 tenían menos de 18 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El año pasado, por primera vez desde 2004, una menor de 16 años murió a manos de su pareja o ex pareja; una niña de 13 años en El Salobral (Albacete), asesinada a tiros por un hombre con quien había mantenido un romance. Como en uno de cada dos casos registrados, el agresor era mayor de edad. Se suma otra víctima de 19 y seis en la franja de los 20.
La última semana de mayo, una estudiante de León fue estrangulada por su novio y una chica de 26, acuchillada en Álava. A principios de mayo, una adolescente de Madrid acudió al hospital con cortes en el torso que le había provocado su pareja, a quien intentó encubrir.
Pesa sociedad machista
Los chicos, según los expertos consultados, ya no son el lobo ibérico, pero siguen reproduciendo la desigualdad.
“El machismo está muy arraigado en una parte del inconsciente colectivo, aunque cada vez menos en el comportamiento”, sostiene Consuelo Madrigal, fiscal de sala de Menores, que define la violencia de género como una “patología social”, más que individual.
“La educación en la igualdad afecta a algunos aspectos, pero no cala en todos porque hay hombres que aún necesitan construir su identidad a partir del dominio y de la posesión sobre la mujer”, añade.
A la inseguridad y la falta de autoestima, se le suma una falta de referentes, especialmente para los chicos.
“Tarzán ha dejado de ser el héroe y ahora es muy difícil decir quién lo es. Estamos en un momento de polarización en que se ha asumido el empoderamiento de la mujer en la sociedad, pero todavía no se acaba de admitir que es necesario cierto desempoderamiento de los hombres”, alega Hilario Sáez, sociólogo de Hombres para la Igualdad.
Lo que sí constata en talleres en los institutos es que hay adolescentes que se siguen declarando machistas.
“Para mandar entre hombres, hay que distinguirse de las mujeres y de los niños. A esa edad, hay que ser el más fuerte y eso se va haciendo mediante pruebas de masculinidad.
“Tienen mucha presión y el que más habla, habla por los demás. Siempre se le suman otros que quieren ser identificados con el fuerte”, cuenta.
La concepción romántica del amor es por donde se cuela el machismo en las relaciones reales. Hace sentir a las jóvenes que tienen una especie de contrato de por vida con su pareja y que si él es violento, es porque se lo merecen; lo que aumenta la sensación de culpabilidad.
A ellos les obliga a demostrar celos y dominio para reafirmar su amor. Así lo reflejan testimonios tan antiguos como el que contaba a Anar una chica de 16 años “El otro día me dijo: ‘Me voy a suicidar si no te veo. Me quito la vida si no estás conmigo”. El 67% de las jóvenes que llaman a esta fundación no son conscientes de que sufren violencia de género.
Noemí Parra, sexóloga y una de las coordinadoras del Programa por los Buenos Tratos de Canarias, cree que además de igualdad hay que dar formación sexual, amorosa y de gestión de conflictos.
“Los adolescentes tienen muchas dificultades para establecer los límites entre lo aceptable y lo inaceptable”, zanja. Según cuenta, está trabajando con dos chicos de 13 años que le tocaron el trasero a una niña.
“Forma parte de un juego, y no entienden que están accediendo a un cuerpo que no quiere ser tocado. Están probando los límites, porque tienen que demostrar que se están haciendo mayores y reproducen todos los estereotipos”. Algunos más mayores también han acudido “muy agobiados” para que les ayuden a controlar los celos.
Las chicas que sufren la violencia, “están sometidas a mucha confusión, se debaten entre el amor y el miedo”, explica Hernández Claverie, que asegura que, con las mujeres más jóvenes, lo que mejor funciona es la terapia de grupo.
“Ellas no ven lo que les pasa, porque confunden los celos con el amor, pero sus amigas se lo hacen ver ‘¿Pero cómo estás con ese cabrón?’, le dicen, porque una vez que se dan cuenta, se convierten en salvadoras”, relata.
La Organización Mundial de la Salud acredita que los programas educativos en países desarrollados funcionan para frenar el machismo. Pero estos programas están desapareciendo en España.
La reforma educativa eliminará la asignatura de Educación para la Ciudadanía -la única que contenía contenidos sobre igualdad de género- y los seminarios sobre estas materias se están extinguiendo, algo que preocupa a los expertos.
“La vacuna contra la violencia es la educación, y hay que luchar en el ámbito preventivo para evitar que se reproduzcan los comportamientos machistas porque cuando actuamos la justicia o la policía, el daño ya está hecho”, opina Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial.
Desde los 90’s “se percibe una incorporación del valor igualdad, pero un análisis con preguntas más indirectas resalta que el comportamiento no lo tienen interiorizado”, aclara Fernando Fernández-Llebrez, profesor de la Universidad de Granada y autor del estudio “Cambios y persistencias en la igualdad de género de los y las jóvenes en España” (1990-2010), junto a Francisco Camas, publicado por el Instituto de la Juventud en 2012.
“Hay un elemento de continuidad de las jóvenes con las mujeres de otras generaciones: la concepción de que no vale la pena polemizar cuando hay un problema de pareja”, aclara Fernández-Llebrez.
La forma de enfrentarse a la violencia de género es enseñar valores universales para chicos y chicas, “que pueden estar muy instruidos, pero muy poco educados en los valores”, apunta Cazorla.
“No hay que buscar en los chicos un sentimiento de culpa, sino de responsabilidad, porque eso es lo que les llevará a actuar. Si no, los chavales lo verán como una agresión y sacarán las garras”, aclara el politólogo.
Un informe realizado en 2012 por la Universidad Complutense de Madrid y el Ministerio de Sanidad desvela el machismo que arrastran los universitarios; un 11% de ellos afirma haber ejercido malos tratos (insultos, humillación, control o agresión) y, de ellos, otro 11% lo han hecho en más de una relación.
Entre las chicas, muestra que un 12% de ellas se ha sentido obligada a conductas sexuales en las que no quería participar, un 10% ha visto cómo su pareja la aislaba de sus amistades, un 8% ha vivido una situación de control hasta el mínimo detalle, un 6% ha recibido insultos con frecuencia y un 4% reconoce que su pareja le ha pegado.
A pesar de esto, sólo el 1.5% de las llamadas que recibió el 016 -teléfono gratuito del ministerio de atención a maltratadas- eran de estudiantes.
El programa contra la violencia de Fuenlabrada se basa en la colaboración entre diferentes instituciones.
“Las tutoras de los institutos nos derivan muchos casos. Cuando notan un cambio en la forma de actuar de las alumnas, les preguntan y ellas lo cuentan. Normalmente dicen que tienen una ‘relación complicada”, apunta Blanca Vergara, responsable de la atención de las más jóvenes.
Para lograr esta coordinación es necesario formar también al profesorado en cuestiones de igualdad. “El instituto es un observatorio privilegiado porque las chicas acuden cada día”, asegura.
“La transmisión de principios de igualdad es un entramado muy sutil”, declara la abogada Ángela Cerrillos, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis “Me aterra ver cómo hijas de clientas mías reproducen y amplifican modelos que a su edad tendrían que estar enterrados”.
Aunque el goteo no cesa y no deja de preocupar la violencia física, la forma más habitual de malos tratos entre jóvenes es el dominio psicológico, según detectan los especialistas.
“Ejercen un control agobiante para las chicas. A través de WhatsApp o Facebook pueden saber en todo momento dónde están, qué están haciendo y con quién.
“Las hostigan pidiéndoles pruebas; si dicen que están viendo la televisión, les piden qué película ven en un canal, y si les cuentan que están en el baño, las obligan a tirar de la cadena para demostrarlo.
“Esto es algo que no pasa con las víctimas más mayores”, explica Susana Martínez Nobo, presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, que aclara que pese a que estos medios también están al alcance de los mayores, no los usan tanto.
Este atosigamiento se dispara en el momento de la ruptura, cuando el acosador utiliza cualquier mecanismo para mantener el control sobre su ex pareja.
Otra de las modalidades del acoso a través de Internet consiste en difundir imágenes privadas, insultos o humillaciones en las redes sociales.
“Puso una foto mía en sujetador en Tuenti y la repartió por todo el colegio. Dijo que era una broma que le hacía a todas sus novias”, contaba por teléfono a Anar una chica de 15 años, como consta en el informe de esta institución.
Lobo con piel de oveja
Características de un hombre violento
1. Los celos
Intentos de controlar y aislar a la otra persona.
No quiere salir con tus amigos y evita que salgas con ellos.
Chantajes de sobre el amor.
Interrogan a terceras personas sobre sus parejas y acusan a éstas de coquetear o de pasar demasiado tiempo con otra gente.
Suelen llamar frecuentemente por teléfono durante el día y pueden tener un comportamiento irracional, revisando los objetos personales de su pareja y acusándola de infidelidad y engaño ante la menor sospecha.
2. Un hombre controlándolo todo
Cuestiona sobre tus actividades en el día: ¿Dónde has estado?, ¿con quién? y ¿de qué han hablado?
El punto perverso de esta actitud es que quien la ejerce se convence a sí mismo y trata de convencer a su pareja de que lo hace por su bien, para ayudarla en la vida y en la toma de decisiones.
Un hombre que no confía en su pareja.
3. Grandes expectativas e hipersensibilidad
Un hombre que depende de su pareja para todo y espera que ella cumpla con sus “deberes”.
Maneja los estereotipos de género y considera que las tareas de la mujer son unas muy específicas.
Se ofende con facilidad
El hipersensible agresivo se queja de sentirse herido cuando en verdad lo que siente es rabia.
4. El abuso verbal
Se burla o critica abiertamente a su pareja.
Para sentirse mejor, necesita tener “debajo” a su pareja.
Cada vez que se produce una discusión recurre a las descalificaciones.
5. La agresividad simbólica
Rompe o golpea objetos cuando está molesto o en medio de una discusión.
Una vez abierta la veda para los gritos y los puñetazos contra la pared, se va a más, salvo que entre en juego mucha razón y autodisciplina.
Artículo de ALBA TOBELLA, visto en www.am.com.mx