En el día internacional contra la violencia de género hace
unas fechas en nuestra ciudad se celebraron varios actos. Esta semana voy a hablar sobre este maldito
tema. No me cabe en la cabeza este acto de violencia, ¿Por qué? ¿Qué pasará por
la mente de los maltratadores? ¿Qué pretenden o qué necesitan conseguir con los
malos tratos?
Este problema, la mayoría de la población, lo vemos desde
lejos. Ya que las víctimas, en su gran parte, no lo dicen, no lo denuncian…Pero es un problema muy grave
que afecta, según el Centro de Investigaciones Sociológicas, a más de 600.000 mujeres cada año en España,
aunque menos de la cuarta parte se decidan a contarlo.
En la última década un total de 700 mujeres han sido
asesinadas en nuestro país por hombres con los que mantenían o habían mantenido
una relación sentimental, una media de setenta homicidios cada año.
Esto se agrava cuando hablamos de jóvenes. Casi el 30% de
las adolescentes confiesan que se han sentido controladas en exceso por sus
novios. La mayoría de jóvenes y adolescentes tienen dificultades para
identificar la violencia machista y creen que es algo que sólo ocurre a las
madres o a las mujeres casadas. El año pasado casi 600 menores fueron juzgados
por delitos de violencia de género.
Para una sociedad estas cifras son alarmantes, algo falla. O
los sistemas de protección no son efectivos o se necesitan más mecanismos para proteger a las víctimas.
También necesitamos formación para nuestros jóvenes. La
detección es el primer paso para evitar este problema.
Cuando en televisión veo un caso, una nueva víctima, con
rabia pienso: ¿por qué no ha denunciado?, ¿por qué no se ha marchado? ¿Por qué
no ha hecho nada? Pero claro, " qué bien se torea desde la barrera".
Pero es tan sencillo hablar y tan complicado actuar. Nadie conoce el calvario
de una víctima de violencia de género, lo que sufre, el miedo con el que vive,
de la humillación que siente, del dolor que tiene, de todo lo que siente y padece una persona
víctima de violencia de género.
Hay solución, hay salida, y merece la pena esa salida.
Merece la pena vivir sin miedo.
Ante este lastre social hay que ayudar, no se puede mirar
hacia otro lado. Los testigos silenciosos se convierten en culpables. No te
conviertas en uno.
Ojalá éste se termine, nunca más tengamos que escribir sobre
él.
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