Teresa Claramunt |
Nace el cuatro de junio de 1862 en Sabadell. Aquí hay una
polémica entre historiadores sobre el lugar de nacimiento, pues unos hablan de
Sabadell y otros en Barbastro (Huesca). La confusión viene debida a que a la
edad de tres años sus padres se trasladan a vivir a Barbastro.
Según consta en el libro parroquial de la iglesia de San
Félix de Sabadell, donde nace Teresa Claramunt conocida como “la virgen roja
barcelonesa” o para los franceses “la Louise Michel espagnole”.
Su padre era Ramón Claramunt republicano federal aunque católico.
Su oficio era el de mecánico montador de hilatura. Su madre era Joaquina Creus,
mujer de gran carácter, cuestión que también heredaría Teresa. Fruto de este
matrimonio fueron cinco hijos, María y Teresa que nacieron en Sabadell y sus
otros tres hermanos José, Ángel y Purificación que nacieron en Barbastro.
Su padre Ramón llegó a ser alcalde de Barbastro y coronel de
las milicias republicanas durante la I República española.
Teresa Claramunt permanece en Barbastro hasta el año 1875,
para posteriormente regresar a Sabadell, donde su familia permanecerá hasta el
año 1884, trasladándose posteriormente a
Alcoy. Sin embargo, Teresa permanecerá en Sabadell pues ya tenía veintidós
años.
Su educación fue elemental, que era lo que se daba a finales
del siglo XIX en el país a la clase trabajadora. Sus padres creían que era un
peligro para la mujer saber leer y escribir. Teresa que era de carácter
inquieto y rebelde, se da cuenta de la importancia de la educación, mostrando
grandes inquietudes por aprender a leer y escribir.
Estaba dotada de una gran
inteligencia natural. Lo que le permitía entender rápidamente las
cuestiones y problemas que tenía en la vida. Federica Montseny le definía de
esta forma:
“Teresa Claramunt era la mujer obrera, la mujer que
representaba a la clase obrera, porque además la representaba muy bien: era
guapa y bien plantada, tenía una voz impregnante, una voz que atraía de
seguida. Se distinguió como una figura excepcional de mujer obrera, sin una
gran cultura, pero con una inteligencia natural”.
Rápidamente Teresa se vuelca en las cuestiones sociales de
la época. Es el momento histórico en el que surge el capitalismo, al amparo de
la revolución industrial y de las teorías políticas del liberalismo. Las
premisas de este liberalismo eran la defensa de la propiedad privada de los
medios de producción, la libertad de mercado donde lo fundamental será la
obtención del lucro, que significa la acumulación cada vez mayor de la riqueza en
manos de unos pocos a costa de la miseria de los trabajadores.
Los nuevos trabajadores vivían en situación de miseria
material, moral y cultural. De esta situación merece la pena destacar el
régimen de trabajo muy duro que sufrían, con jornadas de doce horas diarias,
carecían de cualquier tipo de seguro, sufrían fuertes multas sino cumplían con
su trabajo, tenían amplios periodos de paro sin ningún tipo de subsidio, lo que
significaba su miseria y muerte. Por este trabajo salvaje se recibían salarios muy
escasos. Las mujeres y los niños
trabajaban todavía en situaciones de semiesclavitud.
Teresa Claramunt contrajo matrimonio civil con Antonio
Gurri, que ya era viudo de veintisiete años, compañero de las luchas obreras.
El semanario anarco colectivista “Los Desheredados” de Sabadell comenta de la
siguiente forma este matrimonio:
“Reunidos los
miembros del Grupo de la Liga Anticlerical Monty y Tognelli, con algunos amigos
el sábado próximo pasado, celebraron con una velada vocal e instrumental el
matrimonio civil de nuestros amigos Antonio Gurri y Teresa Claramunt”.
Este matrimonio no duró mucho y fruto del mismo fue una
hija, que le pusieron en nombre de Proletaria Libre. Esta niña vivió poco. Era
habitual que los sectores progresistas no se utilizaran los nombres católicos.
Esto era practicado en aquellos momentos por los sectores políticos
republicanos y anarquistas.
Se le conocen cinco hijos, a dos de los cuales puso como
nombre Acracia y Denuedo. Tuvo varios matrimonios y relaciones. Estuvo casada
con José López Montenegro y tuvo relaciones con Juan Bautista Esteve conocido
con el seudónimo de “Leopoldo Bonafulla”. Así describe Federica Montseny su
vida:
“Teresa pasó la mitad de su vida en la cárcel y la otra
mitad por caminos y carreteras sembrando a manos llenas la idea entre los
humildes, los iletrados, los más pobres y desvalidos. Teresa tuvo aún tiempo,
en medio de esta vida de lucha y sacrificio increíble, de parir a cinco hijos,
de los cuales no le vivió ninguno, y varios de ellos fueron nacidos en la
cárcel”.
Su labor en defensa de los trabajadores se desarrolló en
Sabadell, que era un importante núcleo industrial donde sobresalía la industria
textil de hilatura y tejidos de lana y algodón. Como ciudad industrial se
desarrollaba en ella el liberalismo en las clases dirigentes, al mismo tiempo
que entre las clases trabajadores se asentaban las ideas avanzadas del
federalismo internacionalista y los movimientos obreros.
Con la llega a Sabadelll de Guisseppe Fanelli, miembro de la
Federación Internacional de Trabajadores (AIT), hizo que amplios sectores del
republicanismo y del anarquismos se apuntaran al movimiento.
Teresa Claramunt con muy poca edad empezó a trabajar en la
fábrica de Vicenc Planas durante su juventud. En esa fábrica tomó conciencia de
la situación en que vivían los trabajadores. Se lanza con veinte años a la
defensa pública de los trabajadores y se convierte en una de las líderes de la
llamada “huelga de las siete semanas”.
Para entender esta huelga que marcaría la trayectoria de
Teresa, hay que analizar el Congreso de la Federación de Trabajadores de la
región Española, que se celebró en Sabadell del uno al tres de julio de 1882.
Se analizó la resistencia a desarrollar contra el capitalismo, la solidaridad
entre los trabajadores y la lucha para conseguir la jornada de ocho horas. Esta
demanda de ocho horas fue considerada utópica. por lo que demandaron la de las
diez horas. Podemos leer un panfleto de la época:
“Compañeros es muy justo que nosotros disfrutemos también
como el industrial disfruta de los adelantos en la industria por medio de la
ciencia, y es justo que sea el descanso para nuestra instrucción el premio a
que aspiramos; así que de nuevo os invitamos a que meditéis que sólo nosotros
sabemos las grandes fatigas que pasamos y la necesidad que tenemos de que se
nos mire como hombres y no como máquinas”.
Esta huelga movilizó a once mil trabajadores, pero fue
sofocada por la violenta represión del Somatén, que hizo volver a los
trabajadores a las fábricas. Se saldó
el conflicto con unos 250 despidos, entre ellos la propia Teresa Claramunt.
Consecuencia de esta huelga fue un empeoramiento de las condiciones de vida,
así como la prohibición del asociacionismo obrero un endurecimiento de las
posturas de la patronal.
Esto conllevó a una reflexión profunda de los movimientos
anarquistas, haciendo que pasarán de un anarquismo teórico a otro mucho más
activo.
Es en el Centro Obrero de Sabadell donde Teresa se sintió atraída por las ideas
anarquistas. Así contesta en una conversación con Francisco Madrid:
“Fue usted anarquista des de el primer momento
¡Oh no! Incluso la primera vez que oí hablar del anarquismo
me sonreí; sospechando que cuando podía decir sería una utopía, pero al momento
de escuchar las palabras de Francisco Abayá y Jaime Torrens en el centro obrero
de Sabadell, quedé convencida y afiliada al anarquismo”.
Teresa se convierte
en una de las dirigentes anarquistas de Sabadell y empieza a
distinguirse por la brillantez de sus discursos, convirtiéndose en una de las
oradoras más elocuentes de esta época
convulsa. De esta forma, se dedica a la lucha para conseguir una sociedad más
justa, libre y solidaria. Además
participa en la creación de la organización feminista del anarcosindicalismo e
impulsó en el año 1892, la primera sociedad feminista española, la Sociedad
Autónoma y Mujeres de Barcelona.
En el año 1888, Teresa junto a su marido Antonio Gurri emigraron a Portugal, debido a
que no encontraban trabajo y a la violencia que existía en Sabadell por parte
de los empresarios, apoyados por el Somatén. Permaneció en Portugal dos años y
se sabe que colaboró con los grupos anarquistas del país.
Regresa a España, siendo ya muy conocida por la policía
española. Su prestigio era muy
importante en amplias capas de la población y muchas veces la policía la
detenía con la finalidad de tenerla muy intimidada. En el año 1891, se produce
el atentado del Centro del Liceo de
Barcelona, que era un símbolo de la cultura burguesa barcelonesa. En dicho
atentado, el anarquista Santiago Salvador arrojó dos bombas en la platea de
este teatro, causando veinte muertos y una gran cantidad de heridos y fue como
venganza por la ejecución del anarquista Paulino Pallás, que había participado
en el atentado del general Martínez Campos. Teresa fue inmediatamente detenida,
pero no tardó en ser liberada porque no tenía nada que ver con el atentado.
Los métodos y fines de Teresa Claramunt eran de signo muy
diferente al de los atentados. Nunca fue condenada por los delitos que se le
acusaban, a pesar de esto, tuvo que pasar largos años en la cárcel, además de
años de exilio del país. La policía
siempre tuvo un interés manifiesto en vincularla con este tipo de
acciones violentas para desacreditarla ante la opinión pública, por el gran
prestigio que tenía.
El seis de enero de 1896, estalló una bomba entre la
multitud de trabajadores que acompañaban una procesión del Corpus Christi en la
barcelonesa calle de Cambios Nuevos. Este atentado provocó cinco muertos y
muchos heridos, sin embargo, las autoridades que presidían dicha procesión no
sufrieron ningún daño. Nunca se supo quién había sido (hay que recordar que en
aquella época, sectores de la extrema derecha realizaron multitud de atentados
achacándoselos a los anarquistas).
Consecuencia inmediata de dicho atentado fue una nueva
detención de Teresa, que fue llevada a la cárcel de mujeres del castillo de
Montjuich, donde fue ampliamente torturada. Soledad Gustavo relata: “lo que
Teresa sufrió en aquel, un cautiverio imposible de… azuzada y perseguida por
las monjas que interiormente se cuidaban de aquel establecimiento, pasó muchas
desazones y gracias a su energía pudo salir
lo mejor posible de sus manos… dentro de la fortaleza y encerrada en un
calabozo lleno de miserias, oyendo los lamentos de los que en otros calabozos
estaban sometidos a torturas y con la horrible pesadilla de lo que sería para
ella el mañana”.
Se celebra el famoso juicio de Montjuich, donde se solicitan
28 penas de muerte y 57 cadenas perpetuas, una de ellas para Teresa. Se produce
una intensa campaña internacional en defensa de la libertad de Teresa, la cual
es condenada al destierro.
En su destierro estuvo en Londres y París, siendo
considerada una mujer de leyenda. Siguió defendiendo la causa anarquista y la
lucha por los trabajadores/as, convirtiéndose su casa en un centro de ayuda y
asistencia para los perseguidos.
Regresa a España en el año 1898 e interviene en la revisión de los procesos anarquistas
llevados en el país los anteriores años, pasando de ser acusada a acusadora de
las injusticias del poder en los últimos años en España. Su prestigio iba en
aumento, lo que aprovechó para seguir luchando y haciendo propaganda por los
derechos de los trabajadores. Fundó en
el año 1901, la revista El Productor que tuvo una amplia aceptación en el mundo
obrero.
Pero ya en 1899, Teresa Claramunt escribía:
“En el orden moral, la fuerza se mide por el desarrollo
intelectual, no por la fuerza de los puños. Siendo así, ¿por qué se ha de
continuar llamándonos sexos débil? (…) El calificativo parece que inspira
desprecio; lo más, compasión. No, no queremos inspirar tan despreciativos
sentimientos; nuestra dignidad como seres pensantes, como media humanidad que
constituimos, nos exige que nos interesemos más y más por nuestra condición en
la sociedad. En el taller se nos explota más que al hombre, en el hogar
doméstico hemos de vivir sometidas a capricho del tiranuelo marido, el cual,
por el solo hecho de pertenecer al sexo fuerte, se cree con derecho de
convertirse en reyezuelo de la familia (como en la época del barbarismo) (…)
Hombres que se apellidan liberales los hay sin cuento. Partidos, lo más
avanzado en política, no faltan; pero ni los hombres por sí, ni los partidos
políticos avanzados se preocupan lo más mínimo por la dignidad de la mujer”.
El 16 de febrero de 1902 participa en un gran mitin donde
pronunció un emotivo y apasionado llamamiento a la solidaridad con los
huelguistas de la metalurgia e hizo que se extendiera notablemente la huelga
general en Barcelona, la más importante hasta entonces de todo el movimiento
obrero español, donde participaron miles de trabajadores que paralizó Barcelona
completamente durante ocho días. Nuevamente Teresa es detenida.
Teresa junto a Leopoldo Bonafulla se desplazan a Andalucía
para extender el anarquismo. Sin embargo, ambos son detenidos en Ronda
(Málaga), siendo devueltos a Barcelona. Teresa denunciaba las injusticias del
capitalismo a través de datos y ejemplos, siendo una oradora más práctica que
teórica. En todas sus actividades se notaba su sensibilidad feminista.
Teresa considera, que aunque el hombre es físicamente más
fuerte que la mujer, con el tiempo las máquinas han eliminado esta diferencia y
plantea la reivindicación de que a trabajo igual salario igual.
Achaca a la educación el estado de postración de la mujer,
educación que transmite a sus hijos. Apunta que la mujer ha de autoemanciparse
y que para ello ha de establecer su propia organización, pero estos criterios
difícilmente podían tener una posible traducción práctica en un momento histórico
en el que sector de las mujeres militantes es puramente testimonial y se sitúa,
por lo general, a remolque de sus compañeros.
Denuncia la forma en que era todavía vista la mujer en la
sociedad republicana como “subalterna del hombre, carne para su placer,
descanso para su trabajo y obediencia para su tiranía”. La idea de la
inferioridad de la mujer estaba muy arraigada entre los hombres y el
autoritarismo era la norma de conducta en la relación entre los sexos, incluso
entre los mismos anarquistas.
Para Teresa era necesaria la liberación y la superación
integral de la persona, tanto del hombre como de la mujer. Ella como mujer y
desde su experiencia de la explotación femenina aporta un elemento nuevo sobre
la emancipación de la mujer. No esperó que el hombre por su propia iniciativa,
deje asumir la posición de superioridad que le caracteriza y asuma la no
explotación de la mujer, sino que afirma que la emancipación de la mujer tiene
que ser llevada cabo por ella misma. Cabe mencionar esta reflexión
“Ya lo ves, mujer proletaria, nuestros hijos no inspiran a
nadie ningún sentimiento noble. Nosotras, las mujeres obreras, no pertenecemos
al sexo débil, ya que esos sietemesinos consideran muy natural que recaiga
sobre nosotras el trabajo pesado de las fábricas. No pertenecemos tampoco al
sexo bello, porque nuestros cuerpos destrozados no les despiertan el
sentimiento de justicia.
Para ser mujer, según esas gentes, se ha de gastar aromas,
se ha de cubrir el cuerpo de sedas y encajes. En nuestro hijo no ven el tierno
infante que con sus lloros conmueve a las piedras, que su sonrisa es el sol que
penetra en el corazón y su alegre mirada suaviza las borrascas de la vida.
Nada de eso ven. Ya lo sabéis, obreras, en la sociedad actual existen dos
castas, dos razas: la de nosotras y nuestros compañeros y las de esos zánganos
con toda su corte. No tendremos pan, ni dicha, ni vida, ni seguridad para
nuestros seres queridos y para nosotras, hasta que desaparezca del todo esa
maldita raza de parásitos. !A trabajar, pues, proletarias; nuestra dignidad y
nuestro amor lo exige!”.
Colaboró en la revista La Tramuntana, en la Revista Blanca y
dirigió el diario El rebelde durante los años 1907-1908.
Cabe mencionar este texto de Teresa que representa muy bien
su pensamiento
“Esos anarquistas que dejaron de serlo por tal o cual causa
y esos otros que han forjado un molde para que de él salgan los anarquistas
derechistas y perfectos, me hacen mucha gracia.
Yo dejé de ser católica, no por las pillerías de algunos
curas o gente católica, sino porque al tener uso de razón comprendí que el
catecismo católico era muy inferior a mi moral y a mis aspiraciones y aunque
todos los católicos fueran buenos yo sería atea. Soy anarquista porque no
podría ser de otra cosa, mientras mi organismo funcione con la regularidad que
ha funcionado hasta hoy.
Siento amor sin límites, y la infame sociedad actual pone
ante mi noble deseo una valla. Anhelo el
goce, y sólo dolor me rodea. Deseo la vida, y la muerte con su faz fría se
presenta a mi vista. Lo bello, lo
grande, me fascina, y la muerte son su faz fría se presenta a mi vista. Lo
bello, lo grande, me fascina, y por doquier veo fealdades, pequeñeces y
miseria. Amó el trabajo por ser fuente de vida, y a los que trabajamos nos roe
la anemia, las escaseces nos agobian, el hospital es nuestra recompensa.
Creo posible una sociedad más justa, más bella, más humana,
que hemos dado por llamar la sociedad anarquista, ácrata o libertaria, porque
estos hombres significan no autoridad, base primordial de toda tiranía; por eso soy anarquista,
ácrata o libertaria”.
En el año 1909, participa activamente en la Semana trágica
de Barcelona, siendo detenida y recluida en Zaragoza. En la capital aragonesa
continua se lucha anarquista, convirtiéndose en la gran líder del potente
movimiento anarcosindicalista en Aragón, donde impulsó a adhesión de los
sindicatos zaragozanos a la CNT.
En el año 1911, participa en una huelga general, siendo
condenada a tres años de cárcel, bajo la acusación de “agitadora anarquista”.
Durante su encarcelamiento hace aparición una enfermedad que la llevará
posteriormente a la muerte por parálisis.
El dieciséis de junio de 1923 se produce el atentado contra
el cardenal Juan Soldevila y Romero, realizado por un grupo anarquista Los
Solidarios del que formaban parte Durruti y Ascasó y que le supone una nueva
detención
Vivió varios años en Sevilla, en el que intentó curarse de
su enfermedad, pero Teresa seguía luchando. En 1923, participa en un importante
mitin en Sevilla contra la dictadura de Primo de Rivera. En 1924, se traslada
nuevamente a Barcelona, pero se encuentra ya muy impedida, su casa se convierte
en centro de actividad anarquista y es visitada por grandes figuras
internacionales como Max Nettbau y Emma Goldman. A pesar de sus limitaciones
participa en un mitin en Barcelona.
Muere el 11 de abril de 1931. Es decir, no vio el triunfo de la II República
por tres días. Su funeral se celebra el 14 de abril, el día del advenimiento
republicano. Federica Montseny relata el entierro “El 14 de abril y por todos
los centros republicanos por donde pasábamos, por todas partes, la bandera se
inclinaba al paso del entierro, al que acudieron más de 50.000 personas en
Barcelona. Su figura, ahora olvidada, ejerció una enorme influencia sobre todo
entre la juventud….¡Me acuerdo tanto de ella!
Cada sábado íbamos a verla un grupo de muchachas y a su lado nos
formábamos, no ideológicamente, ni culturalmente, sino sentimentalmente por la
atracción que esta figura que comparábamos a Sofía Brakuskai y a las grandes
nihilistas rusas”.
En un pequeño homenaje, en la república se le dedicó una
calle en Barcelona. Cuando llegó la dictadura franquista, el nombre de la calle
siguió, debido a la ignorancia franquista de su figura.
Teresa Claramunt nunca consideró que hiciera en su agitada
vida nada extraordinario. La bondad de su idealismo anarquista con todo cuanto
había realizado en su vida, consideraba que estaba bien recompensado.
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