Beatriz Galindo - La Latina |
Las mujeres son las grandes ausentes de la visión del mundo
que forjamos en nuestro sistema educativo. En las aulas estamos transmitiendo
una cultura sin mujeres. Si un estudiante llega a conocer la existencia de
escritoras, no será precisamente dentro del aula, sino al salir de ella. Y eso
es un gran fracaso social. Al legitimar esta ausencia, hemos provocado una gran
pérdida cultural, pero no solo para las mujeres, sino también para los hombres.
No perdamos de vista que la educación es un instrumento
esencial de transmisión cultural. Por su carácter obligatorio, forma a toda la
ciudadanía; pero además, a través de la selección de los hechos, los
protagonistas y las formas de contar, proporciona los referentes y el modelo
cultural que compartimos. Este relato que entretejen todas las asignaturas
recoge la memoria de nuestra historia. Y ello nos proporciona toda una visión
de mundo. Una visión que no cuenta con las mujeres.
Un reciente estudio que hemos realizado en la Universitat de
València así lo demuestra. Arroja cifras demoledoras sobre la presencia de las
mujeres en los manuales escolares: solo aparecen en un 7,5% de las ocasiones. Y
el estudio ha sido exhaustivo: se han analizado todas las asignaturas de 1º a
4º de la ESO en 109 libros escolares de tres editoriales.
El objetivo era observar la presencia de mujeres para
analizar el peso que se les concede en los contenidos y si quedaba constancia en ellos de las
abundantes aportaciones, siempre diferenciadas, que han realizado en todos los ámbitos. Los numerosos estudios
que se han realizado a lo largo de los últimos 30 años han fundamentado
sólidamente estas aportaciones de las mujeres y han supuesto un impacto que ha
afectado a todas las áreas de conocimiento. Queríamos saber si el sistema
educativo había incorporado estos avances.
Pero los resultados, que se pueden consultar en este
documento, ofrecen un panorama desolador: estas cifras han puesto en evidencia
la práctica exclusión de las mujeres del mundo cultural y científico que se
ofrece en la ESO, y en consecuencia, constatan el relato de una historia
distorsionada.
Los resultados muestran también otros aspectos: cómo, a
medida que avanzan los cursos y las asignaturas ganan en amplitud y
profundidad, las mujeres pierden peso y representación en ellas. En la primera
etapa (1º y 2º de ESO) solo son mencionadas en un 10% de las ocasiones, pero en
la segunda etapa (3º y 4º de ESO) apenas aparecen en un 7% de las ocasiones.
Más aún. Es en esta segunda etapa cuando algunas
asignaturas, como las Ciencias Sociales o la Literatura española y en la lengua
autonómica, abordan la época contemporánea. En principio, la cercanía de los
siglos XIX y XX facilitaría un mejor conocimiento del periodo y, en
consecuencia, era esperable que la presencia femenina fuera significativa. Sin
embargo, y paradójicamente, las mujeres pierden representación en la narración
de la contemporaneidad.
Ana Diosdado |
Como comprobamos, el mecanismo de discriminación que
consiste en excluir a las mujeres de lo escrito sigue completamente vigente. Y
esa exclusión, además de dejar a las jóvenes sin modelos donde reconocerse,
origina el desconocimiento de la tradición cultural femenina, lo que conduce a
que ellas no formen parte ni de la memoria cultural ni del orden social que
entendemos como nuestro. Esta desautorización es la que alimenta su falta de
reconocimiento social. En este proceso, la educación tiene una responsabilidad
fundamental.
El caso de la literatura es especialmente representativo
porque la palabra y los textos son creadores de pensamiento y de saber. Por eso
queríamos saber si el canon que se propone las tenía presentes. Sin embargo,
los primeros datos desengañan: cuando se estudia la literatura desde el siglo
XII hasta el siglo XVIII, en 3º de ESO, solo encontramos citada una escritora
(Santa Teresa), pero ni siquiera aparece su obra.
¿Cómo llegamos al despropósito de presentar una literatura
sin escritoras sabiendo cuán rica es esta tradición? ¿Es que no cuentan sus
voces? ¿Cómo podemos llamar a esto nuestra literatura? ¿Sin escritoras? ¿Dónde
están las trovadoras, Teresa de Cartagena, Sor Teresa de Jesús María, la
inquietante Luisa de Carvajal, las humanistas Luisa Sigea o Beatriz Galindo, La
Latina, Beatriz Bernal, Feliciana Enríquez de Guzmán o Ana Caro Mallen de Soto
entre otras? Por citar algunas entre cientos.
¿Y cómo no aparecen Sor Juana Inés de la Cruz o María de
Zayas y Sotomayor, sin las cuales no puede entenderse el Barroco? ¿Y Rosa María
Gálvez, la mejor de toda la dramaturgia del XVIII (superior a Moratín, según la
crítica especializada)? ¿No las conocen o no las consideran?
Pero eso no es todo. Cuando estudiamos el siglo XIX y XX en
la poesía y el teatro, en dos editoriales no se cita ni una sola dramaturga ni
poeta a lo largo del siglo XX. Ni siquiera actuales ¿Este es el panorama real
de la literatura del XX? ¿Sin voces femeninas? No están ni María Teresa León,
ni María Martínez Sierra, ni Maribel Lázaro, ni Ana Diosdado, ni Paloma
Pedrero. O, en poesía, ni Concha Méndez, ni Carmen Conde, ni María Victoria
Atencia, ni Olvido García Valdés, ni Gloria Fuertes, ni Ana Rossetti, ni
Chantal Maillard, por citar apenas algunas de las numerosísimas que existen.
¿Por qué nos hurtan esas voces? Y sobre todo, ¿qué respuesta damos a esta
ausencia?
Esta literatura incompleta y amputada, que nos escamotea las
voces de las escritoras, representa una falsificación de la tradición
literaria, sin más. No es posible entender una literatura sin escritoras ni una
cultura sin mujeres. Estas distorsiones
del relato cultural suponen una falta de rigor académico en los contenidos
escolares que repercuten en su calidad y se convierten en una grave carencia
del sistema educativo a la que todos tenemos que hacer frente: no solo las
mujeres.
Es una situación que nos incumbe a todos, pero especialmente
a los profesores, como transmisores y generadores de conocimiento. Tenemos que
adoptar medidas que lo subsanen. Desde la Universitat de València se está
trabajando en una base de datos que permita incluir a las mujeres en los
contenidos de las diferentes asignaturas.
Carmen Conde |
Se trata de ponerla a disposición del profesorado y de las
editoriales para crear material didáctico con los contenidos reelaborados y
acordes a la ley, que ahora incumplen absolutamente en sus fines. De hecho, la
organización Clásicas y Modernas ha presentado una Queja al Defensor del
Pueblo, fundamentada en este estudio y que ha sido admitida, sobre el
cumplimiento de la Ley de Educación y la Ley de Igualdad en la cultura.
Uno de nuestros principales objetivos es la creación de
libros de texto. Ya se ha editado un primer manual de 2º de Música, Musicalias,
de la editorial Bromera, cuyos autores son Laura Capsir, miembro del equipo de
investigación, Daniel Vidal y Sandra Capsir. En él, a través de las actividades
y como modelos de ejemplificación se incorpora obra musical femenina. Queremos
seguir trabajando en esta línea. La colaboración del Ministerio de Educación
con la concesión de menciones de calidad a los manuales ayudaría sustancialmente
en la realización.
Pero necesitamos también adoptar otras medidas:
1. Formación del profesorado. Tanto a través de los másteres
de secundaria como de la formación permanente del profesorado de secundaria. Y
también sería deseable, por parte del profesorado, la revisión personal de sus
propios contenidos. Y, por qué no, por parte de los estudiantes, ellas y ellos.
Simplemente estando atentos a los contenidos para hacer una sencilla pregunta
al profesor allí donde no vean mujeres: “¿No ha habido mujeres o no las conoce
usted?”.
2. Ámbito editorial. En dos líneas principales: la edición
de obras de autoría femenina y la reelaboración y edición de las historias: de
la literatura, de la ciencia, del arte, de la música, de la tecnología... con la memoria de las mujeres y los hombres.
3. Ámbito cultural. Sería lógico y deseable un mayor
reconocimiento de las mujeres en academias y premios institucionales, así como
en los medios de comunicación y culturales.
Revertir esta visión de mundo androcéntrica y parcial sería
un auténtico logro social. Que ellas formen parte de la memoria cultural las
legitima como personas de pleno derecho y les proporciona reconocimiento
social.
Pero al conjunto de la sociedad le restituye una cultura,
hasta ahora despojada de parte de sus protagonistas, cuya amputación nos está
dejando a todos, mujeres y hombres, huérfanos de un saber que a todos nos
pertenece. Y la educación debe estar en la primera línea de acción.
Nota sobre la autora:
Ana López Navajas es investigadora de la Universitat de
València y profesora de Lengua y Literatura en el IES Vicente Gandía. Pertenece
a Clásicas y Modernas, asociación por la Igualdad de Género en la Cultura.
Está desarrollando un proyecto de investigación desde la
Universitat de València, que reúne a profesorado universitario y de enseñanzas
medias y cuyo objetivo es restituir a las mujeres creadoras como parte esencial
de los contenidos educativos.
Nota sobre Clásicas y
Modernas
Clásicas y Modernas es una asociación cuyo objetivo es reivindicar y trabajar
activamente, con criterios de gran rigor profesional, por la Igualdad de Género
en la Cultura.
La
preside la escritora Laura Freixas (cuya recientísima última
publicación, Una vida subterránea. Diario 1991-1994, recomiendo personalmente con todo
entusiasmo).
Los
lectores interesados en colaborar con la asociación, abierta a mujeres y
hombres, podéis hacerlo aquí. Quienes queráis contactar a través
de Facebook, aquí,
y para seguirla a través de Twitter, aquí.
Los
interesados en apoyar con su firma el Manifiesto por la Igualdad de
Género en la Cultura a través
de Change.org podéis sumaros aquí.
Además, los
interesados en contactar con la Asociación
Mujeres en la Música, que
trabaja para potenciar, divulgar y promocionar el papel de las mujeres en la
música clásica, podéis hacerlo aquí.
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