Muchos hombres están celosos, se sienten como esos niños
mimados que se creen desplazados por la proximidad de un hermano, sin más
motivo que su mera presencia y a pesar de que la realidad les muestra su error.
Ahora algunos hombres están celosos, y
lo están de las mujeres.
Acostumbrados a ser los reyes de la casa y de la plaza pública, a que en su imperio nunca se
pusiera el sol de sus argumentos, y a hacer de su palabra la ley, como se canta
en la canción mejicana, de repente han empezado a tropezar con la realidad al
comprobar que esa especie de sombras que los acompañaban dentro y fuera de casa
tienen criterio y autonomía, que son personas y ciudadanas como ellos. Y no es
fácil para muchos, les cuesta trabajo entender que al igual que un día acabó el
imperialismo entre países, también ha finalizado el imperialismo en las
relaciones personales. Ya no existen personas colonizadas ni otras legitimadas
para dominar y controlarlas. Ahora las relaciones se basan en la Igualdad.
Pero ellos están celosos. Al menos eso es lo que se deduce
de sus comentarios y sus reflexiones a los post sobre el posmachismo, y a las
referencias que hacen sobre la violencia de género. En ellas hay varias cosas
que van quedando claras:
- No les importa la violencia y los homicidios que sufren
los hombres, sólo la que ejercen las mujeres con quienes comparten una
relación. Si no fuera así, en lugar de hablar del problema de los homicidios de
los hombres y de la violencia en las relaciones familiares, estarían hablando,
al menos de forma simultánea, de las otras violencias que de forma mayoritaria
producen los homicidios de hombres.
- Como en el tema de la violencia en la pareja se demuestra
que la inmensa mayoría de los homicidios los llevan a cabo hombres sobre
mujeres, a pesar de que intentan manipular el número de hombres asesinados al
contar en un año los homicidios ocurridos en años anteriores, de contabilizar
como homicidios agresiones sin resultado de muerte y los suicidios, y de
imputar directamente y en exclusividad a las mujeres homicidios en los que han
participado otros hombres (http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/05/el-posmachismo-ii-y-su-burda-manipulaci%C3%B3n.html),
como ni así les salen las cuentas, pues se van a los cuentos. Es entonces donde
ponen el énfasis en la “violencia doméstica” para decir que todas las víctimas
importan y que las mujeres también matan, puesto que aquí se incluyen los casos
en los que los homicidios se producen contra los hijos e hijas y pueden sumar
más sucesos con mujeres como agresoras.
- Todo ello vuelve a demostrar que no les importa tanto los
homicidios de hombres, que ha sido su argumento clásico, sino que las “mujeres
matan”, como si alguien lo negara
(http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/04/mujeres-asesinas.html), pues en el
fondo lo que pretenden es perpetuar el mito de la perversidad y maldad de las
mujeres, algo tan original que ya está presente en La Biblia con la “Eva
perversa” y en la mitología griega con Pandora. Pero el posmachismo busca
reactualizar los mitos con versiones del presente.
- Ese objetivo de la “mujer asesina” es tan importante para
el posmachismo, que con tal de mantener la idea y la confusión aportan datos
correspondientes a otros años y al margen de las estadísticas oficiales,
presentando datos que ellos mismos elaboran a partir de algunas informaciones
que aparecen en la prensa. Imaginamos que lo harán con el mismo rigor y
seriedad que demuestran habitualmente en su manipulación, como hemos visto
antes en “El posmachismo y su burda manipulación”.
- Lo que ocurre es que de nuevo se equivocan y juegan a la
confusión. Uno de los argumentos que dan es que en los últimos años han
aumentado los delitos por violencia doméstica (ver gráfico), y lo presentan
como argumento crítico contra las mujeres y la igualdad, cuando en realidad
quienes actúan como autores de forma mayoritaria en estos casos también son los
hombres, sobre todo en los homicidios, que llegan a representar el 80%. Su
interés por confundir es tan grande que mezclan en un mismo concepto “delitos
por violencia doméstica” cosas tan diferentes como los distintos tipos de
violencia en cuanto a sus circunstancias (mujer, hombre, menores, ancianos,
otros familiares), distintos tipos de conductas (lesiones y homicidios),
diferentes tipos de autores y distintos tipos de víctimas… Todo ello en
relaciones de tipo familiar completamente diferentes (parejas, familias, primos,
hermanos, abuelos…). Un argumento “muy sólido” como pueden ver, cuando además
responsabilizan de ese incremento a determinadas instituciones y normas, llegando a hablar de
"masacre" (¡¡!!)
- Por otra parte, su falta de sinceridad y credibilidad se
demuestra cuando nunca han hablado de violencia doméstica ni les ha preocupado
que se actuara de un modo o de otro. Su interés aparece justo cuando por las
circunstancias específicas que la caracterizan y por los resultados tan graves
que produce la violencia de género, se adoptan medidas para abordarla.
Bien, pues partiendo de esta situación bastante
clarificadora en cuanto a sus objetivos y posiciones, cuando analizamos lo que
pretenden nos damos cuenta de que hay dos factores fundamentales en su
motivación: Por un lado la rabia y por otro la envidia, esos celos de las
mujeres que hemos comentado.
La RABIA queda reflejada en sus argumentos y en la forma de
plantearlos. La mayoría de ellos parten de una situación personal que
consideran injusta y que generalizan a todos los casos, lo cual se traduce en
agresividad, violencia y ataque a las personas, ideas, propuestas… que hablan
de Igualdad.
La ENVIDIA CELOSA se traduce en sus propuestas, que en su
parte esencial se mueven entre la incoherencia
y lo absurdo. La razón es clara, no les importa lo que no se hace con
los hombres, sino lo que se hace con las mujeres, que ya parten con la carga de
la culpa. Por eso pasan de criticar la Ley Integral, incluso de formar una
asociación de afectados por esta ley, a pedir que se incluya en ella a los
hombres, a las parejas del mismo sexo y a cualquiera que pase por allí. No
tiene mucho sentido que si se trata de una norma mala, como se dice, se pida
que se amplíe a otras víctimas, y menos aún que mientras unos piden esa ampliación
otros estén solicitando su supresión. Ya saben, a río revuelto…
En definitiva, la posición posmachista no se diferencia
mucho de esa rabieta pueril del niño celoso y mimado. Ese niño que quiere lo
que tiene el hermano, aunque él no lo necesite, porque cree que todos esos
elementos del hermano suponen un mayor reconocimiento y un desplazamiento de la
posición de referencia que él tenía hasta su llegada. Por eso lo mezclan todo y
le quitan el sentido a cada cosa, y si el hermano necesita unas gafas graduadas,
pues él quiere otras, aunque no tenga miopía; y si el hermano tiene que llevar unas botas ortopédicas, pues él
quiere otras iguales aunque no tenga ese problema… No le importa lo que él no
tiene y pueda necesitar, sino lo que tiene el hermano.
Los hombres tienen celos de las mujeres, celos de las leyes
dirigidas a acabar con las circunstancias estructurales que las sitúan como
víctimas, celos de las ayudas para situarlas en una posición de igualdad, celos
de la corrección de la discriminación que les afecta, celos de que hayan sido
capaces de movilizar a la sociedad y empezar a cambiarla... Pero no sólo tienen
celos, también tienen dudas,
reticencias, incluso miedo de cuál es su papel en igualdad sin el respaldo de
la “masculinidad hegemónica” que les daba poder y tranquilidad. Por eso hay un
componente ideológico detrás de toda esta estrategia. No es una rabieta
infantil, lo que en realidad hay detrás de toda esta reacción es la defensa del
orden jerarquizado levantado sobre la referencia masculina de la cultura.
La Igualdad no sólo es un juego para redistribuir tiempos y
espacios, la Igualdad supone redefinir las relaciones sobre una nueva forma de
entender lo que significa ser hombre, sin esos privilegios ni roles asignados
de fábrica como si fuésemos robots, y lo que significa ser mujer en libertad. Y
a partir de ahí, relacionarnos en paz.
Miguel Lorente Acosta - Elpais.com
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