jueves, 4 de julio de 2013

Los celos y algunos hombres...

Muchos hombres están celosos, se sienten como esos niños mimados que se creen desplazados por la proximidad de un hermano, sin más motivo que su mera presencia y a pesar de que la realidad les muestra su error. Ahora algunos hombres están celosos, y  lo están de las mujeres.
Acostumbrados a ser los reyes de la casa y de la  plaza pública, a que en su imperio nunca se pusiera el sol de sus argumentos, y a hacer de su palabra la ley, como se canta en la canción mejicana, de repente han empezado a tropezar con la realidad al comprobar que esa especie de sombras que los acompañaban dentro y fuera de casa tienen criterio y autonomía, que son personas y ciudadanas como ellos. Y no es fácil para muchos, les cuesta trabajo entender que al igual que un día acabó el imperialismo entre países, también ha finalizado el imperialismo en las relaciones personales. Ya no existen personas colonizadas ni otras legitimadas para dominar y controlarlas. Ahora las relaciones se basan en la Igualdad.
Pero ellos están celosos. Al menos eso es lo que se deduce de sus comentarios y sus reflexiones a los post sobre el posmachismo, y a las referencias que hacen sobre la violencia de género. En ellas hay varias cosas que van quedando claras:
- No les importa la violencia y los homicidios que sufren los hombres, sólo la que ejercen las mujeres con quienes comparten una relación. Si no fuera así, en lugar de hablar del problema de los homicidios de los hombres y de la violencia en las relaciones familiares, estarían hablando, al menos de forma simultánea, de las otras violencias que de forma mayoritaria producen los homicidios de hombres.
- Como en el tema de la violencia en la pareja se demuestra que la inmensa mayoría de los homicidios los llevan a cabo hombres sobre mujeres, a pesar de que intentan manipular el número de hombres asesinados al contar en un año los homicidios ocurridos en años anteriores, de contabilizar como homicidios agresiones sin resultado de muerte y los suicidios, y de imputar directamente y en exclusividad a las mujeres homicidios en los que han participado otros hombres (http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/05/el-posmachismo-ii-y-su-burda-manipulaci%C3%B3n.html), como ni así les salen las cuentas, pues se van a los cuentos. Es entonces donde ponen el énfasis en la “violencia doméstica” para decir que todas las víctimas importan y que las mujeres también matan, puesto que aquí se incluyen los casos en los que los homicidios se producen contra los hijos e hijas y pueden sumar más sucesos con mujeres como agresoras.
- Todo ello vuelve a demostrar que no les importa tanto los homicidios de hombres, que ha sido su argumento clásico, sino que las “mujeres matan”, como si alguien lo negara (http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/04/mujeres-asesinas.html), pues en el fondo lo que pretenden es perpetuar el mito de la perversidad y maldad de las mujeres, algo tan original que ya está presente en La Biblia con la “Eva perversa” y en la mitología griega con Pandora. Pero el posmachismo busca reactualizar los mitos con versiones del presente.
- Ese objetivo de la “mujer asesina” es tan importante para el posmachismo, que con tal de mantener la idea y la confusión aportan datos correspondientes a otros años y al margen de las estadísticas oficiales, presentando datos que ellos mismos elaboran a partir de algunas informaciones que aparecen en la prensa. Imaginamos que lo harán con el mismo rigor y seriedad que demuestran habitualmente en su manipulación, como hemos visto antes en “El posmachismo y su burda manipulación”.
- Lo que ocurre es que de nuevo se equivocan y juegan a la confusión. Uno de los argumentos que dan es que en los últimos años han aumentado los delitos por violencia doméstica (ver gráfico), y lo presentan como argumento crítico contra las mujeres y la igualdad, cuando en realidad quienes actúan como autores de forma mayoritaria en estos casos también son los hombres, sobre todo en los homicidios, que llegan a representar el 80%. Su interés por confundir es tan grande que mezclan en un mismo concepto “delitos por violencia doméstica” cosas tan diferentes como los distintos tipos de violencia en cuanto a sus circunstancias (mujer, hombre, menores, ancianos, otros familiares), distintos tipos de conductas (lesiones y homicidios), diferentes tipos de autores y distintos tipos de víctimas… Todo ello en relaciones de tipo familiar completamente diferentes (parejas, familias, primos, hermanos, abuelos…). Un argumento “muy sólido” como pueden ver, cuando además responsabilizan de ese incremento a determinadas instituciones  y normas, llegando a hablar de "masacre" (¡¡!!)
- Por otra parte, su falta de sinceridad y credibilidad se demuestra cuando nunca han hablado de violencia doméstica ni les ha preocupado que se actuara de un modo o de otro. Su interés aparece justo cuando por las circunstancias específicas que la caracterizan y por los resultados tan graves que produce la violencia de género, se adoptan medidas para abordarla.
Bien, pues partiendo de esta situación bastante clarificadora en cuanto a sus objetivos y posiciones, cuando analizamos lo que pretenden nos damos cuenta de que hay dos factores fundamentales en su motivación: Por un lado la rabia y por otro la envidia, esos celos de las mujeres que hemos comentado.
La RABIA queda reflejada en sus argumentos y en la forma de plantearlos. La mayoría de ellos parten de una situación personal que consideran injusta y que generalizan a todos los casos, lo cual se traduce en agresividad, violencia y ataque a las personas, ideas, propuestas… que hablan de Igualdad.
La ENVIDIA CELOSA se traduce en sus propuestas, que en su parte esencial se mueven entre la incoherencia  y lo absurdo. La razón es clara, no les importa lo que no se hace con los hombres, sino lo que se hace con las mujeres, que ya parten con la carga de la culpa. Por eso pasan de criticar la Ley Integral, incluso de formar una asociación de afectados por esta ley, a pedir que se incluya en ella a los hombres, a las parejas del mismo sexo y a cualquiera que pase por allí. No tiene mucho sentido que si se trata de una norma mala, como se dice, se pida que se amplíe a otras víctimas, y menos aún que mientras unos piden esa ampliación otros estén solicitando su supresión. Ya saben, a río revuelto…
En definitiva, la posición posmachista no se diferencia mucho de esa rabieta pueril del niño celoso y mimado. Ese niño que quiere lo que tiene el hermano, aunque él no lo necesite, porque cree que todos esos elementos del hermano suponen un mayor reconocimiento y un desplazamiento de la posición de referencia que él tenía hasta su llegada. Por eso lo mezclan todo y le quitan el sentido a cada cosa, y si el hermano necesita unas gafas graduadas, pues él quiere otras, aunque no tenga miopía; y si el hermano tiene  que llevar unas botas ortopédicas, pues él quiere otras iguales aunque no tenga ese problema… No le importa lo que él no tiene y pueda necesitar, sino lo que tiene el hermano.
Los hombres tienen celos de las mujeres, celos de las leyes dirigidas a acabar con las circunstancias estructurales que las sitúan como víctimas, celos de las ayudas para situarlas en una posición de igualdad, celos de la corrección de la discriminación que les afecta, celos de que hayan sido capaces de movilizar a la sociedad y empezar a cambiarla... Pero no sólo tienen celos,  también tienen dudas, reticencias, incluso miedo de cuál es su papel en igualdad sin el respaldo de la “masculinidad hegemónica” que les daba poder y tranquilidad. Por eso hay un componente ideológico detrás de toda esta estrategia. No es una rabieta infantil, lo que en realidad hay detrás de toda esta reacción es la defensa del orden jerarquizado levantado sobre la referencia masculina de la cultura.

La Igualdad no sólo es un juego para redistribuir tiempos y espacios, la Igualdad supone redefinir las relaciones sobre una nueva forma de entender lo que significa ser hombre, sin esos privilegios ni roles asignados de fábrica como si fuésemos robots, y lo que significa ser mujer en libertad. Y a partir de ahí, relacionarnos en paz.

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