
Hasta que un día le puso la mano encima. «Me iba a marchar
fuera de España a estudiar durante un mes y me pegó porque decía que me
marchaba para estar con otros chicos». Pero Silvia sólo se atrevió a denunciar
cuando conoció a una amiga de su madre que residía en un centro de maltratadas.
Ella le abrió los ojos ante el suplicio que aguantó entre sus 14 y sus 18 años.
Su chico recibió finalmente una orden de alejamiento. Pero siguieron viéndose
en el instituto. «Pasé mucho miedo», confesó en declaraciones al programa 'Hora
25' de la Cadena Ser.

Los expertos aclaran en parte el por qué de esta situación.
La misma que, por desgracia, subyace en muchos asuntos hoy en día: la crisis.
«Las dificultades económicas hacen que muchas familias estén cada vez más
desestructuradas, que dispongan de menos tiempo para estar en familia y hacer
piña en casa. Y los menores intensifican sus relaciones con niños de su misma
edad, adelantando a menudo la edad del noviazgo o aumentando el nivel de
intimidad a una relación casi análoga con amigos», explica una responsable de
un centro de maltratadas de Valencia.
Idealismo de la posesión
La especialista no sólo constata la presencia de estos
episodios entre menores de 12 y 13 años. «Cada vez hay más casos de jóvenes de
15 a 17 que acuden a denunciar».
Fuentes de la Fiscalía de Violencia contra la Mujer de
Valencia también confirman que los casos en los que las adolescentes se
convierten en víctimas comenzaron a repuntar hace unos dos años. El hecho causa
extrañeza porque se trata de personas que han crecido y se han educado con esta
lacra social «muy presente». Además, se han desarrollado en una «cultura de la
igualdad» muy diferente a patrones de generaciones anteriores.
Pese a esto, el problema persiste. Influye, desde luego, el
hecho de que cada vez los jóvenes comienzan antes a tener relaciones
sentimentales. Y desde la Fiscalía confirman que no son nada proclives a
denunciar los hechos. «Existe un cierto idealismo acerca de la posesión como
símbolo de amor», indican. Así, llegan a interpretar el hecho de que no les
dejen ir con amigas, por ejemplo, como un deseo de su pareja de estar el máximo
tiempo posible con ellas.
Isabel lo pensó durante cuatro largos años, el tiempo que
tardó en denunciar a su pareja en Valencia. Según los datos de Anar, un 67% de
las adolescentes víctimas del calvario «no es consciente de que sufre violencia
de género».

Junto a los casos reales están las cifras. Algunos datos,
como los de un informe del Ministerio de Igualdad, revelan que el machismo no
es sólo cosa de la edad. Como que el 7% de las adolescentes vea más atractivo a
un chico agresivo. O que un 29% de los menores no considere desacertado afirmar:
«Para tener una buena relación de pareja es deseable que la mujer evite llevar
la contraria al hombre»...
ARTURO CHECA/
ALBERTO RALLO – Las Provincias
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