Con la llegada del buen tiempo cambia la jornada escolar y
cierran los comedores. Ese detalle que ha sido año tras año igual lo están
notando de forma especial en la Casa Caridad de Valencia: el primer día un 38%
más de niños ha acudido a comer a este centro; ya no fueron 61, sino 84 los que
se acercaron en busca de una comida nutritiva. El número de niños que recibe
asistencia de Casa Caridad aumenta en vacaciones. El perfil de los
beneficiarios está cambiando y, debido al aumento del número de familias enteras
que piden ayuda, la organización abrió en 2012 un nuevo comedor para
atenderlas.
Es un problema que ya han detectado los directores de los
colegios en esta comunidad, como antes en Canarias o en Andalucía o en Cataluña
en un goteo de informaciones que pone los pelos de punta. “A perro flaco todo
son pulgas”, resume la situación Vicent Ripoll, presidente de la Asociación de
Directores de Primaria de la Comunidad Valenciana. “Son niños que no tienen
dinero para los libros, no compran material, vienen mal vestidos o con
problemas de higiene”. Ante la ausencia de datos directos, solo puede intuirse
la magnitud del problema a través de la ayuda de las organizaciones sociales.
Una casa hogar de Valencia recibe el doble de menores de un
año para otro
La organización Casa Caridad atendió en 2012 en la ciudad de
Valencia al doble de niños que el año anterior. Hasta 11.600 menores, la
mayoría entre 4 y 11 años, recibieron comida y techo en los comedores y
albergues de la organización en Valencia. El 8,4% acude a comer diariamente a
Casa Caridad al no haber accedido a las becas de comedor para el curso
2012-2013, según el VII Informe de la Pobreza en Valencia.
En la Comunidad Valenciana el 20,1% de la población está
bajo el umbral de la pobreza, según datos del Informe de Vulnerabilidad Social
publicado por Cruz Roja en 2012. Para garantizar la alimentación de las
familias con niños menores de dos años, Cruz Roja ha repartido en lo que va de
año 592 paquetes de potitos, leches de continuación y productos de higiene
infantil. Y los expertos pediatras avisan de un doble problema: la mala
alimentación, paradójicamente, hace niños con sobrepeso, a base de chocolates y
chucherías.
Buscando una alimentación completa y equilibrada, Andalucía
ha puesto en marcha su programa de reparto de desayunos y meriendas en los
colegios, que arrancó la semana pasada. Los bocadillos, zumos y galletas
llegaron ayer al colegio público Santa Ana, de Linares (Jaén). Un total de 16
alumnos (apenas el 7,5% de todos los matriculados) se benefician de este
refuerzo alimentario. “Lo agradecen mucho, pues se trata en su mayor parte de
familias en situación económica desesperada y al límite de la exclusión
social”, indica Antonio Fernández, director de este centro al que asisten
mayoritariamente hijos de antiguos trabajadores de la factoría Santana Motor,
que la Junta de Andalucía cerró hace dos años.
Profesores de Andalucía temen que el reparto no llegue a
todos
La necesidad tiene unas fronteras difusas. Antonio
Fernández, el director del Santa Ana, uno de los cinco centros de Linares que
se han acogido al reparto de comida, admite que ha habido quejas de otros
padres que se sienten agraviados por no figurar entre los beneficiarios.
Manuel Pegalajar, director del centro público Santo Tomás
(Jaén), alaba el plan, pero reconoce que lo más probable es que la cobertura no
llegue a todos los necesitados. “Habrá que diferenciar entre familias con
precariedad extrema y con precariedad normal”, apunta.
Son los servicios sociales los que han seleccionado a los
alumnos que debían recibir alimentos en Andalucía. Una vez en esa lista, los
padres deben dar su autorización. Parece ilógico, pero la miseria y el estigma
van de la mano, por eso la Junta ha pedido máxima discreción en estos repartos
de comida. En vacaciones, el reparto de los alimentos lo harán ONG, mientras
que al inicio del próximo curso se pondrá en marcha una segunda fase del
programa que llegará a 48.000 alumnos.
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