sábado, 8 de junio de 2013

La vuelta al hogar, ese espacio sacrosanto de la impunidad.

Cuando el poder pretende ocultar su responsabilidad directa en acontecimientos reprobables que alarman a una parte de la población pone en circulación las teorías de la responsabilidad individual, en este caso por partida doble, la del maltratador y/o asesino de mujeres por su desviación patológica hacia el crimen, faltaría más, y de la víctima por su compasión última que le impide denunciar a su maltratador.No faltan tampoco, los teóricos de la naturalización de los problemas sociales que instrumentan explicaciones de este tenor: bajo condiciones de lluvias prolongadas y debido al retraso en la llegada del calor, se produce una estimulación anormal del sentimiento de misoginia del conjunto de la población masculina, llegando incluso a producir en alguno de sus elementos una inclinación irrefrenable al asesinato de mujeres con las que conviven o han convivido, razón que explicaría porqué en España hemos batido el record de mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas, 6 en diez días y, subiendo.

Y finalmente los llamados despectivamente relativistas, que intentan explicar estos acontecimientos como hechos sociales, que se producen en determinados contextos culturales que influyen poderosamente sobre ellos. No todos los asesinos nacen.

Para estos últimos, no está lejano el tiempo en el que en España, en cualquier calle o plaza de cualquier ciudad muchas mujeres tenían que soportar muy a menudo humillaciones del calibre, “que buena estás tía, te lo voy a comer todo” o parecidas, las escuchaban a voz en grito desde la altura de cualquier andamio o cuchicheadas al oído por más de un transeúnte con el que inevitablemente tenían que cruzarse.

Hoy estas cosas se dicen menos verdad. Vale la pena preguntarse porqué.

¿Por qué hay menos andamios? Bueno podría ser ¿Por qué haya descendido significativamente el número de hombres que lo piensan? Esto es más dudoso ¿Por qué hay muchas más mujeres en la calle y la sensación de impunidad de aquellos que acostumbraban a agredir y violentar a las mujeres es menor? Es más que  probable ¿Por qué esa presencia continuada genera un clima de reprobación social mayoritaria hacia esas conductas vejatorias que lleva a la represión voluntaria de esos comportamientos indeseados? Caliente, caliente.

¿Son diferentes acaso los mecanismos que provocan y estimulan ese tipo de conductas a aquellos que llevan a un hombre a asesinar a su pareja? En absoluto, cambia el grado, pero no lo que  las provoca que podría resumirse en; mujeres igual a desprecio y sumisión.

El resto de la teoría se explica con facilidad. La presencia masiva de las mujeres en las calles y plazas no responde a la costumbre de comienzos del siglo XX por la que muchas mujeres salían al porche de casa a tomar la fresca a la caída de la tarde.

Es un poco más complicado pero puede llegar a entenderse sin mucha dificultad. Esa presencia es la expresión más genuina de la lucha por la igualdad de derechos que vienen librando hace décadas decenas, cientos de miles de mujeres en España y en el mundo. Su determinación radical a ocupar el espacio público que les ha sido históricamente vetado por los hombres, atraviesa de lado a lado este proceso. Bien es verdad que a demasiadas de ellas les ha costado la vida intentar salir al exterior a respirar aire en circulación.

Pero cuidado con la vuelta al hogar, a ese espacio sacrosanto de la impunidad cuando se pierden autonomía e independencia, porque el saldo en vidas puede ser aún mayor.    

La impunidad siempre está al acecho, atenta a las señales que le llegan del exterior y para desgracia de las mujeres españolas las señales son muchas y muy evidentes. Basta con repasar el BOE desde que gobierna la derecha más radical en España; Reforma Laboral por la que las mujeres recobran su situación privilegiada a la hora de abandonar el empleo. Reforma de la ley de Dependencia o la vuelta a los cuidados por amor a la familia con un bonus especial de pérdida de autonomía e independencia. Reforma de la Ley del Aborto o la vuelta a la clandestinidad y a la consideración de delincuentes. Y como colofón cierre indiscriminado de los centros de acogida y pisos tutelados para mujeres maltratadas o amenazas.

Fijémonos por ejemplo en palabras como visibilización y empoderamiento, siempre se han contemplado con recelo y desconfianza cuando no con chanza. Puede que en adelante empecemos a sentir no intentar comprender las realidades que algunas palabras describen mas allá de su literal significado.


Los  maltratadores y los asesinos de mujeres lo celebran. De modo parecido a como los corruptos celebraron la aprobación de la ley del suelo.

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