Con ella llegó el debate. Aliaa Magda El Mahdy —'la
revolucionaria desnuda'—es una joven cairota que en noviembre de 2011 se hizo
una autoretrato sin ropa y lo colgó en Twitter para denunciar el sometimiento
de la mujer en su país, Egipto. Su posado de lolita incendió a islamistas
radicales patrios y foráneos, al tiempo que abrió un cisma ideológico en el
seno de los grupos de mujeres feministas surgidos en la Primavera Árabe.
Aliaa concibió su desnudo como un acto de protesta contra
"una sociedad de violencia, racismo, sexismo, abusos sexuales e
hipocresía". Amenazada de muerte, vive exiliada en Suecia. Hace unos
meses, posó con un Corán tapándole el sexo frente a la embajada egipcia en
Estocolmo. En su cuerpo desnudo se leía "La sharía (ley que rige la moral
islámica) no es una Constitución".
En los últimos dos años, con el auge de los partidos
islamistas en el Magreb y pese a las revueltas árabes, la norma que rige la
moral islámica gana peso como ley. Mientras, la estela de Aliaa se extiende. En
marzo, Amina Tyler, una joven tunecina de 19 años, colgaba en su Facebook una
foto con los pechos al aire. La tinta sobre su piel proclamaba: "Mi cuerpo
es mío" y "Que le jodan a tu moral". Detenida por profanar un
espacio sagrado (por una pintada en el muro de un cementerio) y por atentar
contra el pudor, espera la decisión de un tribunal civil. El religioso ya ha
hablado, los clérigos más radicales reclaman un castigo a base de latigazos y
su lapidación.
La asociación feminista Mujeres Jóvenes de España está del
lado de Amina y Aliaa. Sin reservas. "Porque arriesgan su libertad y hasta
su vida, denunciando la moral conservadora y patriarcal de sus países",
explica María Jesús Girona, la presidenta. Girona entiende que haya diversidad
de opiniones respecto al uso del desnudo como forma de lucha, "pero no
deja de ser un reclamo de libertad de expresión". Y recuerda que otras
muchas musulmanas "se juegan la
vida por defender sus derechos y los de todas las mujeres".
Una mujer al volante
Manal Al Sharif es una mujer valiente, encarcelada por
ponerse al volante de un coche. Fue el 23 de mayo de 2011, cuando se atrevió a
salir conduciendo en un vídeo que la red viralizó para denunciar así que una
mujer árabe pueda tener un doctorado, pero no pueda sacarse el carné de
conducir.
Al Sharif sería liberada tras una intensa campaña
internacional, con la condición de no conducir más ni hablar con la prensa. Con
su gesto dio visibilidad a un movimiento que aún sigue activo en el país,
Women2Drive, en defensa del derecho de las mujeres a conducir.
En Arabia Saudí las mujeres se enfrentan a una severa
discriminación tanto en la ley como en la práctica, según denuncia Amnistía
Internacional. Deben obtener el permiso de un tutor varón para poder viajar,
realizar un trabajo remunerado, cursar estudios superiores o incluso casarse.
Al Sharif tuvo que exiliarse. Ahora, dos años después,
empiezan a surgir voces incluso dentro de la familia real saudí a favor de
permitir que las mujeres conduzcan, aunque sus argumentos son económicos y no
sociales. Sin embargo, los clérigos radicales insisten en que significará
"el fin de su virginidad".
Las uñas pintadas
Gracias a las redes sociales, otra mujer árabe demostró el
año pasado que en derechos humanos Arabia Saudí sigue anclada en la Edad Media.
No trascendió su identidad, pero sí su denuncia gracias a un vídeo en el que se
la ve rebelarse con valentía ante la policía religiosa saudí que intentó
prohibir que paseara por un lugar público por llevar pintadas las uñas.
Ocurrió en un centro comercial de Riad. Unos policías religiosos
dieron el alto a la mujer por llevar hecha la manicura. Ella les espetó:
"Tú no eres mi jefe y no puedes decirme que no lleve las uñas
pintadas".
Uno de los agentes de la Mutaween (que tiene como objetivo
hacer cumplir la ley islámica) le contestó: "Tú no ves mujeres aquí
enseñando el cabello". Ella insistió en permanecer dentro del centro
comercial. "Soy una mujer libre y voy a colgar esto en Internet", le
dijo.
La mujer consiguió su propósito. La comisión policial para
la virtud no pudo expulsarla. Ante el clamor internacional, las autoridades
anunciaron que abrirían una investigación de lo sucedido, pero solo tomaron
declaración a los agentes policiales. Este caso recuerda al de Lubna Hussein,
una periodista sudanesa detenida en 2009 por vestir pantalones. Pasó un mes en
prisión, aunque logró eludir los 40 latigazos a los que fue condenada.
Agredida por un blog
Malala Yousafzai —tiroteada en octubre de 2012 por los
talibán paquistaníes— es la más joven de las activistas, la más famosa y la que
más cerca ha estado de morir por su defensa de los derechos de las mujeres.
A sus 14 años, Malala es conocida por reclamar la educación
de las niñas paquistaníes y por su denuncia de la represión talibán en el valle
del Swat.
Como parte de su campaña, en 2009 empezó a escribir un
diario para la cadena BBC Urdu, bajo el pseudónimo de Gul Makai, en el que
contaba cómo era la vida en Swat bajo el dominio de los talibán. Meses antes de
su ataque escribió en el blog que tenía miedo, porque un hombre por la calle le
había dicho que la iba a matar.
Una alianza de milicias talibán paquistaníes que actúa en
las regiones tribales reinvindicó el ataque. Uno de sus portavoces argumentó
que Malala era una joven profana y antitalibán.
Malala tuvo que ser atendida en un hospital de Reino Unido,
pero después la joven regresó a Pakistán, donde todavía se recupera de las
heridas.
Por un test de virginidad
Samira Ibrahim es de Egipto, un país donde "las mujeres
se enfrentan a una cultura misógina influenciada por muchos factores",
explica María Sánchez, activista española radicada en El Cairo, cuya
organización se dedica a proteger a las chicas del acoso sexual que padecen
durante las manifestaciones y marchas de protesta desde la Primavera Árabe.
Precisamente en una de dichas protestas, tal vez la más
violenta, Ibrahim fue detenida junto a una quincena de mujeres. En los
calabozos les realizaron una prueba de la virginidad, en teoría para exonerar a
los militares de ulteriores denuncias por violación.
Ibrahim fue la única que se atrevió a denunciar dicha
práctica, por considerar que atentaba contra los derechos de la mujer. Su caso
se abrió paso hasta un juzgado de lo civil. El Gobierno emitió una orden por la
que paralizaba la realización de dichas pruebas. Sin embargo, el soldado que se
la hizo salió poco después absuelto en un juicio militar.
La victoria de Samira Ibrahim sacó a la luz los numerosos
casos de acoso sexual en Egipto, uno de los países donde el movimiento de
defensa de los derechos de la mujer ha tomado más fuerza en los últimos años. Y
donde aún se pueden escuchar voces que culpan a las víctimas de las agresiones,
alegando que no deberían participar en la vida pública.
Lesbianas y casadas
Rehana Kausar y Sobia Kamar figuran en Wikipedia como la
primera pareja musulmana lesbiana en contraer matrimonio civil. Estas dos
jóvenes paquistaníes decidieron unirse en matrimonio en un juzgado de Leeds,
Reino Unido, y acto seguido se vieron forzadas a solicitar el asilo político,
ante las numerosas amenazas de muerte que recibieron.
La homosexualidad es considerada un delito y
está prohibida en la mayoría de países islámicos. En algunos países como
Argelia, Túnez, Indonesia o Turquía hay más tolerancia, pero en Pakistán
directamente es tabú y sus derechos practicamente inexistentes.
Así, desnudándose, conduciendo, pintándose las uñas,
escribiendo blogs, denunciando pruebas de virginidad policiales o casándose por
amor, estas ocho mujeres son "de las que prefieren pagar un precio por ser
libres antes de continuar pagando el precio de ser esclavas". La frase
anterior encabeza la web de Nawal Al Saadawi, abuela del feminismo egipcio, quién
advierte a las jóvenes de que la lucha "contra las dictaduras
religiosas" es mucho más peligrosa "que la batalla contra las
dictaduras militares".
A.Larrañeta - 20minutos.es
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