Lola Castejón - CCOO
Cada vez acuden mujeres más jóvenes a los centros de
atención para maltratadas. Hace unos días dos jóvenes, una de 19 años y otra de
26, murieron a manos de sus novios, o el caso de la menor de 13 años que hace
unos meses fue asesinada en El Salobral (Albacete) a tiros por un individuo que
decía "estar enamorado de ella".
Si bien en la última década ha habido un avance sustancial
en las medidas legislativas y sociales para luchar contra esta lacra social, es
necesario adoptar más medidas, pues las existentes no son suficientes. Nos
encontramos ante la punta del iceberg, la violencia de género y la violencia
machista son un grave problema, que en muchos casos está oculto y difícil de tratar,
circunscribiéndose a lo más íntimo de las relaciones familiares.
En una sociedad como la nuestra en la que cada vez aumenta
más el desempleo femenino, donde las mujeres tienen empleos más precarios, se
incrementa la brecha salarial entre sexos, se criminaliza a las mujeres en su
derecho a decidir en materia sexual y reproductiva, donde se está intentando
que prevalezcan valores amparados sólo en intereses religiosos y en familias al
estilo decimonónico con declaraciones de como tienen que vestir o con
manifestaciones de que "a algunas de estas víctimas les pasan estas cosas
porque ellas mismas se lo han buscado", será muy difícil erradicar la violencia
en general y por supuesto la de género.
La violencia no sólo es cosa de países subdesarrollados, de
familias con pocos recursos, según algunos "creadores de opinión",
también ocurre en las altas esferas y en países con un alto bienestar social.
La mujer ya no es el sexo débil, gracias a los movimientos
feministas han pasado a la historia los estereotipos de mujer escuálida,
delgada, débil y de sometimiento al otro sexo, aunque siguen existiendo
resistencias por parte de algunos sectores de la sociedad y de grupos
postmachistas. Las víctimas necesitan mejorar su autoestima, su confianza,
tener una mayor fortaleza mental y física cara al agresor, lo que pasa por una
prevención situacional tanto en las familias como en los colegios (a nadie se
le pasa la existencia de bulling en los centros educativos y sus diversas
manifestaciones), en las empresas y en la sociedad en general. Hay que
convencer a estas mujeres de que son importantes para la sociedad y que no
pueden estar condenadas de por vida al sufrimiento y vejaciones constantes. Y
esto es responsabilidad de todos en general y por supuesto de los poderes
públicos para conseguir esta igualdad, a través del empleo, de la
corresponsabilidad en la educación en valores de igualdad en las familias, en
los colegios, en las universidades y en el respeto mutuo hacia los demás.
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